Historias de toda una vida

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viernes, 22 de agosto de 2014

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UN EXCELENTE HOMBRE DE BIEN
Valladolid 23 de Septiembre de 2009

Mi muy estimada amiga Celia, señora de  cara alegre y risa fácil: Mira, verás, ¿Tu marido “malo”? No, no y cien veces no. Es mentira que lo sea. Ocurre exactamente lo contrario, es a todas luces un excelente hombre de bien. Y si él es fundamentalmente buena persona, tú, no tengo ni la más leve brizna de duda, eres una de esas mujeres que hacen de su hogar algo parecido al paraíso. Y en eso te alabo el gusto, más diré, si formáis una pareja rotundamente casados, inseparable, justo es que gocéis de la sencilla alegría de la paz y del cariño.

Lo de “Félix el Malo” debo y quiero aclararlo por ser el autor del apelativo, por supuesto, llevado por las circunstancias, pero sin pasar de  una broma que tiene su razón de ser en la coincidencia de integrar nuestro  grupo tres Félix: Félix a secas; “Félix el Malo” únicamente por la cicatriz que le cruza el cuerpo consecuencia de la operación cardiaca y “Félix el Bueno” porque por aquel entonces gozaba de salud robusta. Tú, Celia, que conoces hasta el último recoveco su corazón, el rinconcito del alma donde nacen los sentimientos más nobles, sabes mejor que nadie que de mala gente no tiene absolutamente nada. Pero eso sí, es un zorreras consumado.

A nosotros, sus amigos, esa zorrería nos causa risa, lo que resulta estupendo, porque la risa es altamente beneficiosa, cura. Y eso no es todo, en nuestras vidas saturadas de años, la edad no se mide por los tales años, se mide por el humor, el optimismo y la alegría con que los vivamos. Si ponemos nuestra inteligencia al servicio de la razón y somos capaces de sentir el delicioso placer de sentirnos vivitos y coleando, de no poner nunca mala cara a esa pequeña cosa, casi un suspiro que es la vida; si nos tiramos cada mañana de la cama con el firme propósito de no entristecernos por nada ni enfadarnos con nadie veremos las cosas por su lado positivo, disfrutando de la existencia con los cinco sentidos.

Amiga Celia, con toda la fuerza de mi corazón os deseo que el buen Dios os conceda el don de la  alegría, la salud, la tranquilidad de espíritu, el humor y el amor.

Afectuosos saludos

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