SABER ESCUCHAR
Melilla 10-Mayo-2001
M´ija Pili:
Oyendo a la desbordante María que
habla y no cesa así le amarren la lengua ¡Jo, que niña! Como metralleta
ratatata… capaz de soltar 300 palabras en un instante. Bueno, con ella como
pequeño y simpático ejemplo, se me ocurre hacer un breve análisis sobre lo
conveniente que resulta hacer resaltar la importancia que tiene saber escuchar.
He dicho escuchar, que no es lo mismo que oír.
Decía Salomón -un sabio de no te
menees- que tenemos dos orejas y una boca, justamente para es cuchar más y
hablar menos, y tenía razón el buen hombre, porque si el hablar es plata,
escuchar es oro y el mundo está plagado de gente.
En el bar me suelo encontrar a
uno, orgulloso, engreído y fatuo, que
sólo sabe que lo sabe todo; y que todo lo tiene, incluso la verdad absoluta;
osea, de ese tipo de personas de todo punto incapaces de escuchar con paciencia
a los demás; imposible porque ellas mismas se colocan por encima del bien y del
mal, convencidísimas, por añadidura, de que nadie puede decir nada interesante,
y aun creen más, que los que ellas no sepan, no existe.
En modo alguno seas tú de las que
no dejan hablar, ni saben escuchar. Es un consejo, no una imposición de tu:
Apá