EL HOMBRE, ¿ES BUENO O ES MALO?
Valladolid Octubre de 2003
Queridos hijos: Dice, no sé si
el refrán o uno de aquellos grandes filósofos griegos, que “hay muchas maravillas, pero nada es más
maravilloso que el hombre".
Bien, de acuerdo, pero visto lo visto, es decir, viendo lo que
vemos, tanto crimen, tanta guerra, tanto odio suelto, cabe preguntarse, el hombre ¿es bueno o es malo?
Hay pensadores que opinan que la
naturaleza del hombre está inclinada a guardar hostilidad hacia sus semejantes,
a ser envidioso, celoso y perezosos a menos que sea frenado por el temor. Otro
grupo no menos numeroso ni menos sabio no están en absoluto de acuerdo con esta
opinión y consideran que el hombre es un buen bicho genéricamente y que el
impulso destructor no es parte integral de su naturaleza. Sin embargo, La
Historia Sagrada enseña que el hombre se inicia con un acto pecaminoso, la
desobediencia de Adán, y todo nacemos con el pecado original, nos salva la inquebrantable
bondad de Dios.
La opinión del otro grupo es que
no es así, que el pecado de Adán es netamente personal y no afecta a los demás.
¿En qué quedamos? Vamos a decir que el hombre no es ni esencialmente bueno ni
esencialmente malo, pero de lo que no queda un resquicio de duda es que en su
corazón anida el odio. Por supuesto, existen dos clases de odio, el racional y
el odio irracional.
El odio racional es la reacción
de una persona ante una amenaza en defensa propia, y cesa de existir cuando la
amenaza desaparece.
El odio irracional, es harina de
otro costal, es decir, es un rasgo de carácter, una predisposición constante
para odiar, está siempre en estado latente, en la persona hostil. Es un odio
gratuito que ponerse en marcha. La persona que odia disfruta odiando, es feliz
con la oportunidad de odiar, así está de arraigado el odio en el corazón de
tales personas. NO es necesario ser un gran razonador para caer en la cuenta de
que el que odia a los demás también se odia a sí mismo, y se suele decir que ello es resultado de la vida no vivida,
de lo que culpa al prójimo.
En fin hijos, vamos a dejar así
las cosas, pero vosotros, por favor, llenad vuestras vidas de paz y de amor a
todo y a todos.
Besos y abrazos