Historias de toda una vida

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lunes, 31 de marzo de 2014

EL LENGUAJE DEL CUERPO



EL LENGUAJE DEL CUERPO
Guardado en 31-3-2005

Valladolid  2005

Queridos hijos: A la fecha, cuando la juventud me queda groseramente lejos y  estoy que me caigo de maduro, y se me presentan en consecuencia escasas ocasiones de esparcimiento, he dado en juguetear  con el divertido pasatiempo de observar a la gente, esto por aquello que dice el refrán, “Dime como te mueves y te diré como eres”, o sea, que los gestos son tan gráficos que nos delatan. Todos apreciamos claramente que existe lo que con toda propiedad podemos llamar lenguaje del cuerpo, que no es otra cosa que lo que expresamos por medio de movimientos y ademanes, que dicen tanto como la lengua y, por supuesto, son más sinceros, no mienten considerando que la mayoría de las veces se realizan automáticamente, de forma inconsciente, por lo que no solemos ser del todo conscientes de lo que manifestamos con ellos.

El centro de “Desguace”, esto es, de los abuelos, El Corte Ingles o la Estación de autobuses, donde suelo sentarme para ver pasar a la gente, son lugares muy apropósito para estudiar al personal, dado que en lugares tan concurridos donde todo el mundo va a los suyo se manifiestan claramente sentimientos y emociones tales como impaciencia, ilusión, alegría, ansiedad, tristeza, etc., que no resultan difícil  de interpretar, es sólo cuestión de fijarse e interpretar gestos y movimientos de quienes pasan, que caminan erguidos y hablan recio manifiestan decisión y confianza en sí mismos; los que lo hacen con las manos en los bolsillos revelan indecisión;  encorvados y las manos en la espalda son signos de abatimiento y preocupación; si se muerden las uñas, nerviosismo, si se frotan las manos, prisa e impaciencia, etc.

Bueno, esto es lo que se percibe a simple vista, con sólo aguzar un tanto la atención cuando se deambula, si de lo que se trata es de darle a la sin hueso y queremos enterarnos de la verdad de verdad de lo que quiere decir el interlocutor hemos de fijarnos tanto en el blablabla como en el manoteo y la gesticulación, no siendo preciso ser gran observador para caer en la cuenta que son muchos y muy aclaratorios los gestos con los que se manifiesta claramente, por poner ejemplos, interés o desinterés, impaciencia, aburrimiento, incredulidad, falta de respeto, desconfianza, etc.: bostezar, apretar los labios, cruzar y descruzar los brazos, mirar repetidamente al reloj, sentarse al borde del asiento cambiando de postura de continuo o balancear las piernas, y tantas otras actitudes, señas y posturas que manifiestan abiertamente estar fastidiado, deseando emprender graciosa huida.

Hijos, pues vamos a ver, los ojos, sin duda, son el espejo del alma, y cuando nos comunicamos con los demás hemos de procurar que nuestras miradas sean limpias y directas, la mejor manera de mostrarnos agradables, sinceros y amistosos. Las personas inseguras, mentirosas, y hurañas nunca dan los ojos, miran para todos los lados, al suelo, o bien a lo lejos como si estuvieran viendo algo muy interesante. Resulta por tanto importante en las conversaciones con el prójimo, recuperar el intercambio de sonrisas cálidas y francas para transmitir confianza y buena disposición. Sonreír todo el rato puede convertirse en gesto de mueca, lo que da sensación de estar fingiendo. Dice otro refrán, “De quien mucho sonríe y poco ríe, no se fíe”. 

De las manos basta decir que completan las palabras, por lo que debemos evitar en lo posible usarlas innecesariamente, ni violentamente, para no liar o herir, ni, por supuesto ineducadamente para señalar con el dedo.

Besos y abrazos