Historias de toda una vida

Cartas que agrada recibir

sábado, 24 de septiembre de 2011

RÍE PARA QUE RÍAN CONTIGO... FELICIDADES JORGE

Querido sobrino: aprovechando que tu abuelo tiene memoria de elefante y pluma de oro; al tiempo que su felicitación te mando la mía junto con miles de besos y abrazos muchachote guapo.
Te quiere la tita:

Marisa 

Valladolid, 24 de Septiembre de 2011


Jorge, nieto cumpleañero: Passsa contigo, macho; eres único, un monstruo, chaval; anatómicamente un tiarrón, guapo porque es guapo quien obra guapamente y tú disfrutas con las cosas bien hechas, sabes dar la cara, aunque te le rompan y consciente de que la vida es un bien a disfrutar, lo gozas, pero para hacerlo en plenitud te sugiero dejarte guiar por la Biblia que dice: “mientras seas joven, donde el corazón te lleve, donde los ojos miren”.

Pues bien, hoy festivo día de tu cumpleaños te lo deseo de lujo, optimista, que te vaya divinamente porque todo se deslice sobre ruedas, todo te funcione de maravilla, que tengas éxito en el arte de vivir, porque, vamos a ver, un hombre bueno, por poner el ejemplo que tengo más cercano, tú mismo, nunca puede ser infeliz, pues pensar bien y obrar bien es triunfar el arte de vivir feliz. Si eres observador claramente notarás que si te muestras bondadoso y amable la vida de las personas de tu entorno es más amable y son más bondadosos; si eres un creador de alegría y la derrochas a tu lado reina la alegría; si ves la vida como un reflejo de la felicidad los demás participan de esa alegría. No es posible tontería mayor que enfadarse y entristecerse por pequeñeces de importancia cual ninguna.
Ríe para que rían contigo. Bien sabes que se me acusa de reiterativo porque insistir en mi idea de que la risa es como una farmacia abierta, lo cura todo. Pese a las críticas te aseguro que una buena risotada es oro molido para la salud física y mental, así que ríe mucho de ti mismo, de mí…y alcanzarás el verdadero éxito en la vida: ser feliz.

Pues eso, ha pasado la vida y estoy a punto de alcanzar los noventa tacos de almanaque y claramente se nota que ya no soy nadie ni nada; nada del verbo nada; nada por nada, nada, pero tiempos hubo, los intensos y emocionantes de vuestra niñez, en que abuelo muy nietero me sentía dichoso siendo vuestro mejor juguete.
De cuando eras un rapazuelo travieso arrolladoramente simpático guardo en la memoria graciosas anécdotas: la tarde que se nos echó la noche encima y salieron las estrellas y señalando el cielo te expliqué: mira, Jorge, esas lucecitas que brillan allá arriba son las estrellas. Tú en actitud de sabiondo contestaste: ya lo sé, las estrellas son astros. Muy bien, Jorge, efectivamente, las estrellas son astros; pero siendo tú tan pequeño ¿cómo es que sabes que son astros las estrella?
Me aclaraste la circunstancia: Porque me lo ha dicho mi hermana Rebeca que tiene mucho taliento en el celebro.

Otra más: el día que me organizaste una de tus barrabasadas y te amenacé con no volver a llevarte a ver los trenes y tú con las manos en los bolsillos, sacado el pecho, alta la cabeza y hablando muy deprisa me pusiste las cosas claras: “pues si tú no me vas a llevar a ver los trenes yo ya nunca te regalaré nada el día de la madre,”

Tengo una lengua vieja y molestota que creo voy a tener que pasteurizar antes de hablar de tu coche y tu modo de conducir, porque quizá con razón tontorroncísimamente te enojas conmigo. Muchacho, no me lo tomes en cuenta, son cosas de viejo, más bien es para mí el símbolo de la alegría, cuidándote de cargar mis baterías vitales.

No sólo para ti, también para Ana, esa mariposa enamorada llena de gracia y simpatía, besos y abrazos cargados de cariño y deseos de felicidad de tu abuelo

                           Félix.