Historias de toda una vida

Cartas que agrada recibir

miércoles, 10 de diciembre de 2014

SOY UN MADRUGADOR IMPULSIVO




SOY UN MADRUGADOR IMPULSIVO

Valladolid 10 de Diciembre de 2001

Queridos hijos:  Soy un madrugador impulsivo, tanto que hasta me pregunto que a qué viene tirarme de la cama antes de romper el día, cuando aún brillan las estrellas en el cielo, pero bueno, a si es y así ha sido siempre sin que me haya ocasionado malestar alguno, al contrario, me levanto animoso, haciéndame la idea de que voy a tener un buen día, irrepetible si es posible, viviéndole plenamente conmigo mismo y con los demás, pues no me ha de faltar ilusión y diversión.

Leo, escribo y para eliminar la rigidez después de la inactividad de la noche paseo, correteando por los pasillos de la casa, o bien barriendo y fregando el piso de la cocina, que es que es un estimulador de la circulación sanguínea del cerebro y de algún modo llena con cargas de energía las pilas vitales.

Con todo ello voy tomando conciencia de mis actos y hallando razones bastantes para estar agradecido y satisfecho por todo lo que he recibido y disfrutado. Esto pese a que bien se sabe que al viejo que al levantarse de la cama no le duele nada es que ya esta muerto, procuro ver las cosas a través de un cristal de color rosa, que es la mejor manera de soslayar los problemas.

Pero... nunca falta un pero, ni alguna circunstancia negativa que echa por tierra los buenos propósitos para el nuevo día que había recibido como milagro por haberme hallado vivito y coleando, motivo sobrado para aprovecharlo y saborearlo como si fuese el ultimo de mi existencia, y en vez de eso, ocuparme en dar excesiva importancia a las cosas que nos hacen infelices, o sea, que como se suele decir, la amolaste, But Lancaster, porque da clara evidencia de que soy un individuo con escaso “taliento en el celebro”.

Hijos,  por favor, evitar imitar a vuestro viejo padre.

Besos y abrazos