Historias de toda una vida

Cartas que agrada recibir

sábado, 18 de diciembre de 2010

AÑORANZA NAVIDEÑA

16 -12- 2010

Querida Rebeca:

La Navidad fue, de siempre, una época de alegría, para los católicos por el nacimiento de Jesús, para otros por el nacimiento de la luz, dando cada cual a esa luz el valor que quiera. Pero eso, que ya están aquí los días con exceso de bombillas callejeras, de rutilantes comerciales de los escaparates, las comilonas obligadas, los anuncios televisivos de champán, de juguetes y de felicidad comprada, todo ese brillo, los atascos, el fulgor, los regalos suena a falso, vacuo, lleno de oropel, comercio, dinero, dinero, dinero, tanto que todo es poco.

Bien sabido es que no faltan personas que se ponen tristes, incluso deprimidas al llegar la Navidad, porque una fiesta llena de tradición y de alegría la hemos convertido en una bullanga de masas, perdido el auténtico significado navideño.

Verdaderamente eran otras las navidades de mi niñez, siempre en primer plano la nieve, la familia reunida  en torno al dulce nacimiento de figuras de barro, cantando villancicos al son de panderetas y zambombas, la cena especial de guisos y dulces condimentados con lumbre de leña, los mozos, como no era noche de dormir, toda la noche, hasta la madrugada, cantando y bailoteando por la calle.
Aquellas navidades tenían sentido, por supuesto, incluida la Misa de Gallo. Hoy, mezclado todo, religioso y pagano, el falso abeto con guirnaldas, el falso nacimiento con figuras de plástico…de aquellas tradicionales, entrañables fiestas ¿qué queda?

De verdad, debiéramos pensar y hacer una nueva Navidad con el verdadero corazón de su fiesta, lejos del comercio, la bullanga y el sentimentalismo turronero. Ciertamente hace falta una Navidad nueva porque aquella que llenó nuestra infancia ha desaparecido, todo lo que queda suena a falso, falso el calor, falsa la intimidad, falso el brillo, falsa la alegría comprada. No nos gusta demasiado el mundo en que vivimos, no dejamos de sentir agobio, desazón, hasta angustia sin saber exactamente por qué. Será, quizá, porque todo es peor de lo que era. Más abundante todo, pero peor.

En fin, Rebeca de mi corazón, tú que eres de otro tiempo, se feliz, pero, por favor, no analices.

                         Adiós y besos, besos, besos, besos……

                                              Félix 

LA FE DE MI MADRE

15/12/2010

Querida Rebeca: "Dios ha muerto, el cielo está cerrado por defunción"; decía, ejerciendo el oficio de gracioso, un tertuliano en la tele.

Ciertamente, no faltan barbaridades a diario en prensa, cine, radio y televisión referidas a Dios, y pienso que de Dios y de religiones no se puede hablar a la ligera; son demasiadas las personas que están metidas en el ajo: dos mil millones de cristianos; mil millones de musulmanes y otro montón de millones entre hindúes, budistas, judíos...Está claro que las religiones tienen su cara oscura, pero también su cara luminosa, lo que da lugar a pensar que se puede ser religioso de forma inteligente y de forma no inteligente.
Los fanáticos seguidores de Osama Bin Laden defienden a su Dios matando a los “perros infieles”. Con su pan se lo coman.

No soy en absoluto ateo, al revés, tengo sentido de la divinidad, de lo sagrado, vinculado, por supuesto, a lo católico, pero así como digo una cosa digo otra, envidio la fe de mi madre, que como ya he dicho y lo repito, creía en Dios de manera tan natural como creen los pájaros, las mariposas, las flores...Pero vamos a ver, el Dios que no es santo de mi devoción es el vengativo y lejano, en un cielo más allá del infinito del universo. El Dios que prefiero es un Dios próximo, con sentido del humor y fantasía, libre de fanáticos y liberador.

Rebe, querida Rebe, ¿tú como lo ves, bien, mal o tanto te da?

Adiós, besos.
Félix