LA
MADRE NATURALEZA
Valladolid Octubre de 2001
Queridos hijos: Con tanta
"gota fría" causando desastres que asolan y llenan de aflicción a
tantísima gente, dejadme decir que la madre Naturaleza es tan sabia como
tirana, narcisista, monótona y parcial. Así, pues, no es extraño que haya
adoradores incondicionales que emocionados agradezcan la gran deuda de gratitud
con ella contraída por haber derramando
sobre ellos sus dones a manos
llenas. Por otro lado están quienes tratan de desprestigiarla con justificados
motivos, pues es poco o nada lo que tienen que agradecerla.
Hablando en plata, la Naturaleza se ha
portado sólo regular con el ser humano, lo ha hecho incomparablemente mejor que
los animales que gratuitamente les proporciona comida, bebida y espeso y
abrigado vestido, a más de garras, alas, cuernos, aguijón..., en tanto que a
nosotros nos ha dejado solos, desnudos e indefensos, que se las arregle como
pueda, y a ganar el pan con el sudor de su frente.
Casi desde que nacemos estamos
obligados a luchar y trabajar, primero en la escuela, después en el campo
curvados sobre el arado, en el taller, en la fábrica, el la oficina; trabajos
pesados y monótonos que nos hacen esclavos del azadón, del martillo, del
bolígrafo, del bisturí, todo para tener algo que llevarse a la boca.
La vaca, por poner un caso, con
pacer y rumiar tranquilamente lo tiene todo resuelto. Y qué decir del ratón que
come y le aprovecha cuanto se presenta ante sus ojos, ya sea papel, madera,
trigo, queso. La sardina en el mar, mientras no se deje atrapar y freír, ¿qué
hace? Nada, es decir, vivir feliz.
Afortunadamente el hombre es
listo como el hambre y malo como un dolor de muelas y se las ingenia de
maravilla para sacarle el jugo a la Naturaleza, a los nobles brutos y a cuanto se le
ponga por delante.
La madre Naturaleza, tantas
veces madrastrona, merece los severos cargos que se le hacen por lo muchos y
grandes desmadres que lleva a cabo, tales como terremotos, volcanes, huracanes,
incendios, rayos y centellas que tantas tragedias ocasionan. Pero ella
impasible, de nada se entera, narcisista a tope se embriaga viendo nacer las
flores en primavera y cantar a los pájaros. Tan orgullosa está de sí misma que en su actuación que no permite
la menor rectificación. A los jóvenes inexpertos resulta fácil encandilarlos
con cuatro trucos rimbombantes que a ellos les parecen nuevos y espectaculares
por lo que la juzgan sabia y original,
pero a quienes acumulamos experiencia y
hemos presenciado numerosas veces repetir machaconamente y con menos imaginación
que la tabla de sumar lo mismo, sabemos que todo lo realiza conforme a un plan
establecido, sin permitirse la más leve variación, las estaciones del año se
suceden invariablemente invierno, primavera...un manzano jamás dará melones, ni
una cabra parirá un conejo, ni del huevo de una gallina al hacer eclosión
surgirá un perrito chihuahua, , ni una rata traerá al mundo un mirlo blanco,
porque si tal ocurriese se llevaría un disgusto tremendo. O séase, repetir y
repetir lo aprendido de memorieta que resulta cómodo a más no poder. Así
cualquiera, si yo fuese la madre Naturaleza, por muy de Cornón que sea, lo
haría igual, o mejor.
Pero, hijos, a veces ocurre
que se distrae y por descuido ocurren
cosas de risa, tales como nacer una ternera con dos cabezas o una mujer
barbuda. Ya se ve, nadie es perfecto.
Besos y abrazos