RARA DIABLURA---- OMNIPOTENTE
MAGO
Melilla
23 de Junio de 2001
Doña Pilarica: ¿Tú nunca te has divertido jugando a imaginar que un
omnipotente mago hubiera realizado la imposible y rara diablura de evitar que
en el mundo hubiera, por ejemplo, espejos, ni cosa otra alguna que reflejase
nuestra imagen? Prueba, resulta divertido indagar sobre qué
habría pasado. Lo que hubiera sucedido, entre otras cosas, es que de nosotros
no conoceríamos más que el tronco, las extremidades y la oscura silueta de
nuestro cuerpo reflejada en una pared.
Finge ignorar que conoces tu cara y trata de imaginarla y veras que
rara y que profunda sensación de desconcierto. O sea, que tendríamos que
confiar en lo que los demás nos dijesen, que dependiendo de caerle mal o bien,
de que nos quisieran o no, sería la opinión. Si yo indagando sobre mi nariz
pidiese parecer, cierto estoy que la repuesta de más de uno y más de cuatro sería: “mira, como
orientación, como la de Pinocho, pero al revés y a lo exagerado”.
Atacados por el lógico deseo de conocer la orografía de nuestra faz, al
no ver, palpar, y actuando en plan invidente pasar la yema de los dedos por
todos los recovecos del careto y haciendo ejercicios de imaginación tratar
de inventar un rostro, porque sin él, la
cara no sería el espejo del alma, ni de
nada, y nuestra pequeñez sería aún más acentuada. Y, pese a ello,
dependeríamos de los ojos de los demás, con lo que sería más verdad que nunca
aquello de Machado de que “los ojos no son ojos porque tú los ves, sino porque te ven”.
Sin el pentagrama del rostro no sabríamos expresar nuestras emociones y
sentimientos, y como digamos que la clave de nuestra identidad está en el
espejo, decididamente insoportable, porque sin ellos no seríamos nada ni nadie,
y aunque es mejor ser que parecer, ¿qué somos y qué parecemos?
El tiempo también resultaría algo extraño, porque como sin pasar, nada
nos diría de arrugas, ojeras ni carnes
flácidas. O sea, que los feos y las guapas lo serian con naturalidad, aunque,
verdaderamente, lo que más vale en este
mundo no es una cara guapa, sino un buen corazón y el talento.
Creo, igual me equivoco, que a todo el mundo les encanta contemplarse
en el espejo, pero ya digo, puede que esté errado y para los feos de
solemnidad, no me encuentro entre ellos, la falta de espejos fuese un gran
alivio. ¿Quién sabe? O sea, que eso...
Abrazos
de tu padre