Historias de toda una vida

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viernes, 19 de diciembre de 2014

PLÉYADE DE FAMOSILLOS DE PACOTILLA



PLÉYADE DE FAMOSILLOS DE PACOTILLA
Valladolid  Diciembre de 2001

Queridos hijos: Por más voluntad que pongo en huir de la tele, no puede ser y además es imposible no echarle un ojo de vez en cuando, pero es inaudito, aprieto el botón del encendido, de cualquier canal, y todos están permanentemente tomados por esa pléyade de famosillos de pacotilla, especímenes de la vaciedad, protagonistas de la peor telebasura, desvergonzados de rompe y rasga, insolentes, petulantes, deslenguados, cargados de mala educación, gritones y no escuchones que no aportan otra cosa que estupidez y chabacanería.
Hasta hace poco la nombradía se ganaba por méritos propios, a pulso, tenía como requisito llevar a cabo un hecho excepcional: descubrir un mundo nuevo, escribir libros o músicas  inmortales, pisar la luna...
Hoy la cosa es muy pero que muy otra cosa, se alcanza fortuita y graciosamente, sin ningún por qué, caprichosa e inexplicablemente, a cualquier “idiotus cinicus” le basta y le sobra con revolcarse en la mierda, desmadrarse en insultos vociferados, sin otro mérito que el descaro y la desfachatez, ser capaz de insultar, gritar y descalificar más que nadie, demostrar que es más despiadado, soez, grosero que otro cualquiera propagando a los cuatro vientos las más denigrantes intimidades propias y miserias ajenas.
Existe incluso la fama rebotada, puesto que tiene derecho al acceso a ella cualquiera que tenga, por ejemplo, una prima que alcanzó la suya, además de cómo premio a la habilidad de no hacer nada, por gritar haberse acostado con un torero. Para crear famosos de la más despreciable categoría no es necesario otra cosa que encerrar en una casa a una docena de botarates ponerles a decir memeces a porfiar y discutir simplezas y majaderías y trasmitirlo en directo.
Por supuesto, la responsabilidad de este desmadre-padre recae sobre los geniales programadores expertos en meter basura en los hogares y quienes se tragan esa basura: Resumiendo, que les oyes y te quedas de pasta de boniato porque por increíble que parezca, es tonta la ausencia de valores humanos.
Hijos, o sea, que total, apagar la tele.
Besos y abrazos