NOCHE TIBIA Y CALLADA
Melilla 9 de
Abril de 2001
Querida
hija, futuro saltamontes:
Son las siete cuarenta
y cinco de la mañana y verás: Después de una noche tibia y callada, como las de
Veracruz, y un crepúsculo algo más corto que el de Valladolid la línea del horizonte
se besa con el mar, el cielo se tiñe de
un vistoso color naranja que se va intensificando a ojos vistas en un lugar
determinado, exactamente frente a mí, y cuando ese anaranjado es ya casi
sangre, aparece muy sigilosamente el primer resquicio del disco solar.
Rápidamente va
mostrando en su totalidad su carota
dorada y sonriente, semejando enteramente un gran medallón de oro pulido
cuyos primeros rayos incendian el mar, centelleando el agua bajo la luz del sol
naciente. No deja de tener su grado de
emoción ver nacer un nuevo día, se experimenta algo así como una grata
sensación de bienestar.
Hoy,
seguro, ese solecito que he visto aparecer tibio y sedante, se convertirá en
corto rato en un brasero que nos pondrá a sudar la gota gorda. Hemos tenido un par de días que el viento
alborotado soplaba bastante enfurecido,
y aunque molesto, resultaba un muy eficaz ventilador disipador de excesivos
calorones. Hoy el aire acondicionado que
nos ofrece la naturaleza no funciona, así que a ver que pasa.
Por
hoy, hasta mañana, y entretanto que todos seáis
felices como una estrella recién nacida.
El gran jefe,
tu apá.