Querido Yayo Félix:
Ayer tu hija Diana publicó
en esa modernura llamada Facebook tu carta “AUTORRETATO” que publicamos en Noviembre
de 2010 a poco de comenzar nuestra andadura Bloguera.
La dicha carta ha inspirado
comentarios muy hermosos y como esta de hoy también me parece preciosa, aquí te
los pongo para que puedan disfrutarlos nuestros lectores no asiduos a esa red
social.
No olvides que te quiero.
Dulces sueños.
Marisa Pérez Muñoz
Así era mi papá, como él se describe. Siempre
en busca de su yo interior y de dejarnos consejos para que busquemos el nuestro
y lo mejoremos si es posible.
Que estás orgullosos de nosotros tus hijos y nietos?
Pues si supieras lo orgullosos que estamos
todos de haberte tenido? de haber aprendido de ti y de la suerte de poder cada
día leer y reeler tus cartas que nos hacen sentirte muy cerquita, como si
estuvieses leyéndonoslas desde tu sillón y pidiéndonos opinión sobre si eran
cursis, cursis, cursis, y si pensaba que gustarían leerlas sin ser cargante.
Somos
afortunados de tenerte, como padre, como yayo, y como bisyayo aunque por
desgracia como bisyayo no has podido disfrutar tanto. Pero te aseguro que tu
bisnieto siempre oirá hablar del gran y único yayo Félix y gracias a tantas
cartas que nos has escrito podrá leer el mismo las historias, pensamientos y
aventuras de su bisyayo Félix. Te queremos.
SOY
OCTOGENARIO
Valladolid, enero 2010
Queridos hijos y nietos:
Estoy a punto de
alcanzar el noningentesismo, lo que equivale a decir que estoy en la juventud
de la edad madura, es decir, que no soy viejo, pero sí mayor, pues bien noto
que mi cuerpo no es el que era: va perdiendo fuerza, memoria, agilidad, camino
más lenta y dificultosamente. Pero vamos a ver, pese a ello seguiré haciendo
las pequeñas labores que cada día son necesarias, y aceptando con naturalidad
achaques y dificultades. Y otra cosa, son otros tiempos, y bien sé que estoy en
la etapa de mi vida en que necesito de los demás bastante más de lo que ellos
necesitan de mi.
Se dice, y está claro
que así es, que la gente se vuelve vieja cuando se queda inactiva, con los
brazos cruzados, viendo impasible cómo corren los días. Pues bien, en lo que a
mi respecta, no voy a quedarme en plan sedentario; cada día camina que te
camina cumpliendo mi periplo diario, yendo y viniendo por todos los pasillos de
la casa; bajo a la compra, guiso, alterno y veo a mis amigos, leo, escribo,
reflexiono, o sea, que procuro mantener activa la mente, no quedarme como
triste viejo; no he de perder la ilusión de vivir, ni dejaré de mirar adelante
sin importarme demasiado los achaques y las dificultades. Contrariamente,
procuraré en lo posible ser alegre y pacífico, evitando mirar a los demás con
ojos exigentes, o sea, ser más tolerante y menos críticos, disculpando sus
faltas, poniéndome a considerar cómo he sido y como soy yo, sin ver la viga en
los míos. Es bonito mirar al prójimo limpia y claramente, porque el buen
envejecer consiste en prepararse para practicar el bien, evitando egoísmo,
soberbia e intolerancia. Esto es, caminar rectamente por la vida para vivir con
la esperanza de cuando me vaya, si alguien se acuerda de mí sea porque ha visto
en mi conducta algo positivo.
Hijos, ahora que soy
mayor me pregunto con más insistencia ¿Quién soy? ¿Qué he hecho? ¿Cómo he
empleado mi tiempo? ¿Ha merecido la pena? ¿Mi vida ha sido positiva, negativa?
¿A dónde voy?
Guardar el debido respeto
a quienes no piensan, no sienten, no creen lo que creo yo, porque les parece
imposible. Bueno, lo que realmente quiero decir es que el camino que me falta
por recorrer lo haga de suerte tal que pueda pensarse que el largo viaje ha
merecido la pena. Y, finalmente, que sepa aceptar con filosófica valentía el
momento de tránsito, que haré lo posible e imposible por retrasar su llegada.
Besos, abrazos, salud y
alegría