TRASPLANTE DE CARA
Valladolid 5 de Octubre 2001
Queridos hijos: Según acabo de oír
en la tele ya es posible el mayor imposible de los imposibles: trasplantar la
cara de un muerto a un vivo. Sí, sí,
como lo oís, un grupo de cirujanos de no recuerdo que país, están listos para
cambiar el rostro de un muerto a una persona viva con el suyo gravemente
desfigurado por no sé que razón. No se trata, claro está, de arrancar la cabeza a un difunto y
cosérsela a un vivo. No, por supuesto se trata únicamente de la piel, tal como
si fuese una máscara, y además hay un detalle, que el vivo con la nueva faz no
tiene por qué parecerse al donante fallecido porque según se explicotean, las
facciones vendrán determinadas por la estructura de huesos y músculos del vivo.
Es de desear que al injertado del
rostro no le ocurra lo que al francés que le trasplantaron la mano de un
muerto, y todo iba muy bien, pero al cabo de un tiempo empezó a pedir a gritos,
y finalmente así se hizo, que se la extirparan de nuevo porque le resultaba
imposible vivir con la extremidad prestada.
Bien se entiende que personas con
las facciones monstruosamente desfiguradas por graves quemaduras, como es el
caso del muchacho con quien muchas veces me he cruzado en la calle cuando iba a
las Delicias a visitar a Pili, le resulte de tal importancia tal milagro, que
no dudaría dar varios años de vida por volver a tener una fisonomía normal.
Hijos, yo que no es que sea, muy,
muy guapo, sólo regular, no sé si sería capaz de llegar a algo así, pues
resultaría tremendo asomarte al espejo y ver reflejada en él la cara de un
fiambre.
Besos y abrazos