Historias de toda una vida

Cartas que agrada recibir

sábado, 8 de febrero de 2014

PELUQUERA CINCO ESTRELLAS



PELUQUERA CINCO ESTRELLAS

Valladolid 3 Septiembre 2001



Adorada Cristina: Por ser tu fiesta onomástica deseo que hoy y el resto de tus días los pases vibrando y delirando de alegría. Más aún, por ser mi competente y simpatiquísima secretaria he aquí una sugerencia cargada de experiencia y ternura propia de un abuelo: Muéstrate propicia a la felicidad, y lograda transmite a cuantos te rodean, porque recuerda dos cosas; primera, que el cariño autentico a los tuyos es llenar de alegría sus corazones, evitándoles penas y disgustos innecesarios; segundo, que se trata de una felicidad del tipo que nadie podrá arrebatarte.

¿A que no me adivinas lo que voy a hacer ahora? Voy a tirar del fino y sutil hilo que pone en movimiento la prodigiosa maquinaria de la memoria, y como disfrutar gratos recuerdos es como vivirlos de nuevo, te veo como cuando niña con pasmosa felicidad para dormir caminando. Salíamos de paseo y aprovechabas  la caminata para echar una buena siesta yendo y viniendo asida a mi mano. Otro detalle que guardo grabado indeleblemente en la mente es que igual que tu bisabuela de nombre sonoro y armoniosa, Filomena, aprendiste a leer sola. Bueno, me explico: Eras una entusiasta lectora de cuanto anuncio se ponía ante tus ojos, leyéndolo muy simpáticamente, porque a la consonante que no le acompañaba una vocal le añadías una “e” por ejemplo:  las palabras, trébol era para ti terebole, flor felore, tren terene... lógicamente, como carecías de sentido, nada entendías, pero pronto espabilaste. En lo que brillabas con luz propia era montando rompecabezas de infinitas piezas, se te daba genial.

Lo digo con orgullo y lleno de agradecimiento, fuisteis unos nietos tan encantadores que no dudo en calificaros de maravillosos. Fueron muchos los días y los años, alegres y divertidos que pasamos juntos. Durante vuestra infancia y adolescencia siempre marchamos unidos en piña, como clueca con sus polluelos, procurando gozar de la sencilla felicidad que proporciona la relación con las cosas, con los animales, con la naturaleza, llenándome de toda la alegría de vivir que un abuelo puede desear. Nunca un berrinche caprichoso. Cuando por la razón que fuere deseabais algo que en aquel momento no podía satisfaceros, os prometía que “mañana” y angelicalmente lo aceptabais siempre como bueno. Por todo, por tantísimas cosas, por el sin fin de horas llenas de cariño y alegría, gracias, gracias, gracias, gracias.

Sigo recordándoos como los niños encantadores que erais y como cada uno destacaba por sus cualidades y modo y manera de ser: Rebeca siempre fue sumamente juiciosa y ponderada; Raquel la carita más guapa, a la vez la más pato mareado caminando, esperaba que su madre la pusiera de punta en blanco para caer espatarrada en el primer charco de agua cenagosa que encontraba a su paso; Jorge ya era lo que es, un chulete de barrio; A ti, Cristina, Dios te dio una chispa de gracia y buen humor, con ello, y alegre como un cascabel, de continuo nos hacías reír. Goza Cris, de “taliento” en el “celebro” bastante y suficiente para haber cursado una carrera universitaria, pero tu vocación te llevo por otros derroteros, tienes buena mano para el arte peluqueril y apuesto mis dos orejas que con tu ánimo y resolución llegaras a alzarte con el título de peluquera cinco estrellas.

 Como soy tu abuelo y te quiero un montón, con el noble propósito de que rectifique, voy a señalarte un punto negativo en ti que no deja ,a veces, de descorazonarme: los gritos y portazos que en tu casa organizas cuando las cosas no salen según tus deseos. Mira niña, te lo pide tu Yayo, olvídate de camorras y se con los tuyos como las flores cuya misión es adornar, perfumar y proporcionar alegría.

Cristina, maravillosa nieta, por ser el día de tu santo que un coro de ángeles baje del cielo a cantarte al oído las mañanitas.

Besos y abrazos.