PERPETUAR LA RAZA
Valladolid Octubre de 2001
Queridos
hijos: Leo una estadística que sitúa a España a la cabeza de los países del
mundo de más bajo índice de natalidad. ¡Vaya lamentable privilegio! O sea, que
españoles y españolas han caído en picado en su voluntad procreadora, han
perdido la ilusión que gozaban sus padres de ver la casa llena de vidas
juveniles.
En opinión de
los que conocen el tema, el descenso de la natalidad se debe a dos razones
fundamentales; primera, las dificultades económicas, "no tenemos hijos por
no poder alimentarlos". No es cierto, no los tienen porque no quieren
tenerlos; segunda, un conjunto de motivos que debilitan en hombres, y sobre
todo en mujeres, el instinto de maternidad: precariedad en el trabajo con
contratos basura, etc. etc. pero no es del todo cierto, porque los que viven
nadando en la abundancia siguen la misma
senda, más real que la mujer trabaja y se aleja de casa; la pérdida del freno
de orden religioso, puesto que hoy ya nada es pecado, y, por supuesto, la famosa
píldora anticonceptiva con la que los cónyuges pueden limitar la descendencia
al mínimo: uno, hijo único y mimado.
Ciertamente,
adquirir casa, que están por las nubes, coche y el sin fin de necesidades
ficticias que la propaganda nos crea se llevan un buen pellizco de los
ingresos, pero nosotros, los padres, que en el momento de contraer
matrimonio éramos pobres como ratas,
carecíamos de todo, no teníamos nada, sin embargo, en modo alguno
limitamos la descendencia, el número de
retoños a la vista está nuestro ejemplo, suman casi igual que todos los
vuestros juntos. Pili con su copiosa prole nos libera de esa especie de
instinto suicida que supone la falta de descendencia familiar.
Total, y
resumiendo, por desgracia no es cierto que cada hijo trae un pan bajo el brazo,
pero sí lo es que aunque dan trabajo y preocupaciones, que el esfuerzo es algo mayor, pero queda
compensado con creces con las infinitas alegrías que los hijos proporcionan.
Besos y abrazos