NO DEJAR PARA MAÑANA LO
QUE PUEDAS HACER HOY
Valladolid, 3 de
Noviembre de 2004
Queridos hijos: No deja
de ser lógico que con mi carga de años a la espalda y en estos días de
recordación de los difuntos la idea de la muerte me acompañe, pero la encaro
sin miedo, como a una compañera de viaje que está a mi lado diciéndome
algo así como, “Voy a alcanzarte y tú no
sabes cuándo”, lo que me lleva a pensar en no dejar de vivir de la forma más
interesante e intensa posible, esto es, no dejar para mañana lo que puedas
vivir hoy, lo que incluye alegrías, risas y hasta pedir perdón a quien haya
ofendido.
Dicho todo de una vez, vivir cada momento como
si fuera el último.
Estoy pensando que hoy
es un buen día para preguntarme, si me muriese mañana, ¿cómo sería mi funeral?
Me lo pregunto porque según mis deseos seré incinerado y si respetáis mi
voluntad no habrá entierro. De lo que tendréis que cuidaros es de elegir el
lugar donde depositar mis cenizas que sea donde fuere, me parecerá bien. Pero
bien, como no habrá entierro, tampoco habrá lápida con epitafio, esas famosas
frases que se ponen sobre las sepulturas.
Quiero decir que como
supongo que a mis cenizas se las llevará el
viento me sobra la piedra de mármol clásica con la correspondiente
inscripción, pero soy sincero, están bien los epitafios, los recopilo, y de
haber tenido que elegir, no hubiera sido algo así, “Murió mientras vivía”.
¿Parece una contradicción? No lo es, me explico: Para soslayar en alguna medida
el problema procuro pensar en cosas, pero
son legión los que aunque siguen caminando, comiendo, respirando, ni
sufren ni padecen, porque ya hace tiempo que dejaron de vivir, es decir, viven
al buen tuntún, vegetan, todo lo hacen mecánicamente, auténticamente, sin
enterarse que están vivos, sin comprender la alegría que cada día trae consigo
la vida, sin entender que el siguiente momento puede ser el último sobre la faz
de la tierra.
Entiendo perfectamente que a vosotros en la flor de la vida el tema os
dé de lado, pero ¡ojo! Que no está demás
reflexionar de vez en cuando sobre cosas importantes, y la muerte es tal vez la
más importante, porque todos, hasta los jóvenes, desde que nacemos caminamos hacia
ella, aunque se intente ignorarlo y creemos que no mencionándola se evitará su
llegada, pero a esta funesta señora, una vez que llegamos al mundo no hay modo
ni manera de darle esquinazo.
Hijos, en fin, pues eso, que a vivir en plenitud que son tres días.
Besos y abrazos