Amor a sí mismo
Valladolid 7 Enero de 2002
Queridos hijos: El precepto “Amarás al prójimo
como a ti mismo” no es una virtud que se practique mucho en la actualidad. No
está de moda el amor a los demás ni el amarse efectiva y positivamente a sí
mismo. Más bien la realidad está en radical contrariedad, porque lo que priva es el egoísmo.
Sería estupendo que los seres humanos, por ser hermanos, nos amásemos,
incluyendo el amor a sí mismo, por la sencillísima razón de ser un ser humano
más. Pero aquí está el quid de la cuestión, el tal amor a si mismo ha de ser
racional, genuino, que suponga anhelo de superación, cuidado y respeto a sí
mismo, responsabilidad…
Existe el otro amor a sí
mismo irracional y engañoso que busca con excesivo interés lo que se juzga
mejor para él: dinero, fama, éxito lo que en absoluto es el verdaderamente
interés del ser humano, porque no acarrea felicidad. Tener por suprema norma en
la vida el propio interés si no es egoísmo se rige por las mismas normas.
Dirigir todo el amor del corazón hacia la propia persona sin dejar el
mínimo lugar para nadie más, sentir sólo placer en recibir y no en dar es
transitar por la vida por un camino equivocado que no conduce a la dicha de
nadie, ni propia ni ajena. Quienes no van más allá de sí mismo y los demás les
interesan únicamente desde el punto de vista de la propia utilidad, está claro
que no se quieren demasiado, sino muy poco, más bien nada, en realidad se
odian. La cosa no puede ser más evidente, retirar el amor al prójimo para
volcarlo sobre sí mismo es egoísmo y narcisismo puro y duro.
Hijos, quedad bien enterados que en la persecución del interés egoísta
no hay felicidad.
Besos y abrazos,