Historias de toda una vida

Cartas que agrada recibir

viernes, 3 de enero de 2014

LIBRE ALBEDRÍO



LIBRE ALBEDRIO Valladolid, 2 Enero de 2002

Queridos hijos: Anoche apenas eran las 9,30 cuando borracho de sueño me quedé profundamente roque y, lógicamente, a las 3 de la madrugada ya estaba por entero espabilado y meditabundo, enfrascado con la idea de Dios. En un programa de radio se ha suscitado una discusión entre creyentes y ateos; Yo, por mi cuenta, me pongo a considerar que se pueden presentar dudas respecto al planteamiento que las distintas religiones hacen del ser supremo, pero puestos a razonar despacio, no sé si se trata de ser corto o muy largo de visión para argumentar que la supercarga de estrellas que adornan el cielo del muy leal, viejo y noble pueblo de Cornón y el sinfín de maravillas que nos rodean por todas las partes se hicieron solas, existe por pura chiripa, una casualidad más. Me resultan la mar de graciosos los listillos, que en posesión de la pura verdad, aseguran que toda esa grandiosidad y perfección es obra del azar y los azares, de la “nada absoluta”.La idea me parece de perlas considerando que ese azar, que esa nada posee una inteligencia y una sabiduría infinita que pone en marcha el gran tinglado. O sea, Dios, se llame como se llame.

        Hijos, mi opinión, respetando la de los demás, por ejemplo la de Mari cruz que dice tener motivos personales para no creer en nada, es que el mundo y el universo entero nos muestran al creador de mil maneras, por supuesto, para unos ojos que quieren ver: En la enormidad incalculable de puntos luminosos, en la profundidad de la noche, en un paisaje florido, en la sonrisa de un niño, en el canto de un pájaro…Metiéndonos más profundamente en nosotros mismos para escuchar atentos oiríamos una voz interior que nos dice que hay que tener fe en nosotros mismos, en nuestros semejantes, en la bondad, en el amor, en la justicia, en la vida, en Dios. Sentiríamos satisfacción obrando correctamente, así como zozobra y desazón con la mala conducta.

        Bueno, vamos a ver, porque en verdad, esto no es tan simple en razón de que el hombre es una enorme complejidad, se evidencia haciéndonos la eterna pregunta: ¿El hombre es por naturaleza bueno o malo? ¿Un lobo para el hombre o un cordero?

        Los partidarios de la teoría del libre albedrío sostiene que el hombre goza de plena libertad para elegir lo bueno contra lo malo; pero no son pocos los que piensan que el libre albedrío es sólo una ilusión porque está claro que la voluntad es movida por extraños instintos o por fuerzas que en parte son inconscientes y obran bajo cuerda y por la espalda, aunque eso sí, con truco, porque nos dejan la feliz convicción de que nuestra elección es libre y soberana, lo que quiere decir que conocemos  nuestros deseos pero no el motivo de nuestros deseos.
        Para aclarar algo las cosas o complicarlas aún más, pondré como ejemplo los dos casos extremos actuales: el hijo que acabó con la vida de sus padres a hachazo limpio y la madre que por celos estranguló a sus tres jovencísimos hijos ¿actuaron con plena libertad, poseían la facultad del libre albedrío o alguna maligna fuerza en su mente o en su subconsciente les empujó a cometer tales atrocidades?

        Hijos, ante tan peliaguda cuestión no sé qué pensar, pero de lo que no tengo el más leve resquicio de duda es que Dios no toma en cuenta nuestro currículo y en razón de ello el infierno está vacío.

                                        Besos y abrazos
Félix