Historias de toda una vida

Cartas que agrada recibir

lunes, 27 de febrero de 2012

LOS AMIGOS SON BUENOS PARA LA SALUD

Siento haber tardado tanto en publicar ésta tu última e interesante carta. He estado muy atareada los últimos días, aunque ya parece que me voy desocupando un poco.

Feliz semana para todos, queridos lectores.

Marisa Pérez Muñoz

LOS AMIGOS SON BUENOS PARA LA SALUD 23-02-2012 09:01

Queridos seres queridos:

La amistad es una de mayores riquezas del hombre y gozo de la alegría de contar con excelentes amigos, es el caso del matrimonio Gus y Cely que tan orgullosos de nuestra amistad como nosotros de la de ellos hemos compartido muchos y grandes ratos de los que dan motivo de risa y contento, dos tranquilizantes sin efecto secundario, beneficiosos como los rayos del sol, lo que deja en clara evidencia que los amigos son buenos para la salud. 
Nos unía estrecha amistad pese a que nuestras afinidades no eran idénticas, teníamos gustos que no compartíamos, lo que considero correcto, si todos fuésemos iguales el mundo sería muy aburrido; creo que de ahí nuestra amistad. También, por supuesto, por ser personas rematadamente buenas, con el sentido de la estimación muy desarrollado, siempre en disposición de echar una mano sin tener que pedirlo, en razón de ello el ambiente en su compañía era de todos contentos, todos amigos ¡Viva la alegría!
Cuates realmente especiales, mexicanos de pura cepa, sangre liviana, cuatitos a todo dar, muy reatas, muy jaladores, muy entrones, muy de fiar, de lo mejorcito, y muy fiesteros, con capacidad para divertirse y divertir, se tomaban la vida como una fiesta en la que la emoción y el buen humor eran el motor que impulsaba a vivir en plenitud. No necesitaban grandes motivos para organizar un rico vacilón con harto relajo, porque su filosofía festivalera era abrir de par en par la puerta de su casa para que entrasen cuantos amigos lo deseasen, con el detalle añadido de que un invitado invitaba a cien, a quienes no les faltaban antojitos gastronómicos   ni escaseaban el tequila ni el mezcal.
Porqué mentir ni esconder la verdad, el alcohol era un elemento insustituible, sin él no había fiesta. Por supuesto, no para beber como cosacos, poniéndose como uvas, lo habitual y correcto era consumirlo con moderación, pero en ocasiones especiales, por ejemplo, jugueteando con eso de  que “bebe que la vida es breve y arriba, abajo, al centro y para dentro” y el bebestible se distribuía más generosamente caldeándose el ambiente del jorgorioso borlote y, consecuentemente, no faltaban quienes se achispasen y con un traguito más entre pecho y espalda se desata la euforia, el ánimo se llena de regocijo con la sensación de encontrarse estupendo, con más confianza en sí mismo, más abierto, relajado, se desata la lengua, se siente más simpático, más amistoso, más dicharachero…Pero la realidad es muy otra, va por otros derroteros, son satisfacciones engañosas,  es falsa la euforia,  falsa la confianza en sí mismo, falsa la sobre valoración de las facultades, los reflejos disminuyen…
En mi caso, vamos a ver, no soy absténio, pero en la medida de lo posible de él emprendía graciosa huída, por no ignorar que cualquier exceso, resaca segura y no son agradables los  efectos del día siguiente: dolor de cabeza, sed ardiente, ardores estomacales…Por moderarme y tomar en pequeñas dosis, bromeando se quedaban conmigo echándome en cara  que el alcohol, olerlo, no beberlo. No obstante, en ocasiones, por no parecer que me rajaba le entraba a lo tupido y las pequeñas dosis no lo eran tanto, de ahí conocer las ingratas consecuencias de la resaca, “cruda” dicen allá.
Pues bien, en medio de uno de estos borlotes padres tuvo lugar una anécdota, lo llamaré así, que nos dejó a todos  el corazón con carne de gallina. Cely que no le había hecho ascos a unos tequilitas con sal y limón y algún que otro mezcalito, como el alcohol desinhibe, libera de la sensación de culpabilidad, o sea, insuflado el valor para actuar alocadamente, charloteando como papagayo picotero, entre broma y vera al mismo tiempo, por un mal entendido y en presencia de todos propinó sonara bofetada al esposo. Mejor no lo hubiera hecho, humillado, mohíno y cabizbajo, le seguí la pista, vi que entraba en el cuarto de baño. Ante la tardaza en abandonarlo llamé a la puerta sin respuesta. Ante el silencio repetí la llamada ruidosamente con idéntico resultado. Temiendo lo peor, de una patada abrimos, estaba tirado en el suelo bañado en sangre. Se había cortado las venas. Próximo vivía un médico amigo, corrí en su busca, presuroso acudió en su ayuda. Por suerte los cortes no eran profundos y el incidente no supuso problema mayor, pero el susto fue morrocotudo.
Hablando estrictamente, a estos amigos les cayó el chahuistle, la negra, la mala suerte entró en su casa el desafortunado día que fueron agraciados con un pellizco de la Lotería Nacional, no mucho, bastante y suficiente para adquirir un poderoso automóvil causante de dos  trágicos accidentes de tráfico. En primero falleció la hermana menor de Cely, en el segundo la propia Cely.
Separados por la larga distancia de nuestros lugares de residencia, él en México, yo en España, perdimos contacto, pero no me han faltado noticias, por referencias sé que a raíz del duro golpe la estrella de Gus  empezó a declinar, herido volaba bajo, y sospecho, quizá me engañe, que en alguna medida se aficionó al beborroteo que minó su salud con la triste consecuencia de que ambos figuran en la larga lista de amigos que tengo ya en el más allá. Maravilloso será que al morir hayan empezado a vivir dichosos en otra dimensión.

                    Abrazos y besos 

domingo, 19 de febrero de 2012

TIEMPOS AQUELLOS-LA ESCUELA DE MI NIÑEZ

Cuando leí esta carta hace una pila de años, me reí un rato al leer tu viejo recuerdo del maestro que ventoseaba feliz en la escuela y los alumnos coreaban los cuescos como la mejor de las hazañas.
Eso mismo me lo contaban  en dos generaciones diferentes mi padre y mi abuelo Ruperto de los maestros que tuvieron lo poquito que asistieron a la escuela. ¡¡Que pedorros debían ser los maestros de entonces!!
Parece ser, era normal que el maestro aliviara el gas sobrante y entonces los niños le cantaban: “Que con salú tire usté muchos Don Vítor. O... Que con salú los tire usté Don José.
¡A buenas horas íbamos a consentir eso ahora, así reventara el pobre maestro, o saliera volando como un globo sonda!

En cuanto a tu reflexión final, no sólo no ha mejorado en estos 11 años, parece que va a peor y no tiene visos de mejoría. Ojala entre todos seamos capaces de  remediarlo y poner a cada uno en su lugar. Los maestros enseñando y educando y los padres en casa continuando con la labor de educar y enseñar. Los primeros perjudicados son como siempre los niños.


Feliz carnaval Yayo... y queridos lectores.


Marisa Pérez


TIEMPOS AQUELLOS-LA ESCUELA DE MI NIÑEZ
Valladolid 2001 Y 2007

Queridas hijas pedagogas:

Prestad atención si os mueve algún interés por tener idea cabal de cómo ocurrían las cosas en la escuela de entonces, es decir, antañamente, cuando yo, niño en Guardo, asistía a ella y las cosas no se desarrollaban precisamente como ahora, cuyo sistema de enseñanza se basa en la amabilidad y la tolerancia. El lema era muy otro: “las letras con sangre entran”; realmente un auténtico disparate, pero, por supuesto, no porque aquellos maestros fuesen monstruos de crueldad, era  cuestión de la pedagogía  del momento. 
A uno de mis maestros, Don Delfín -ese era, efectivamente, su nombre- le recuerdo con especial cariño y le doy muchas y grandes gracias por los reglazos que me propinó tratando de desasnarme lo poco que le permitía. No lo digo por echarme una flor, pero fui un chico díscolo y mal estudiante. Tampoco digo con orgullo que ejercía mi analfabetismo cometiendo todo tipo de burradas: pelear a pedrada limpia entre bandas rivales y robar fruta de las huertas; asignaturas en las que figuraba entre los primeros de clase.
He asistido en no pocas ocasiones, a la clase donde Rocío ejerce de “Seño”,  y se canta mucho el “Rey U” y todas esas cosas.
También entonces se canturreaba lo suyo, pero las tablas de sumar, restar y multiplicar: “Cuarenta menos dos son treinta y ocho; menos dos son treinta y seis... La más  divertida era la de multiplicar por 5: “cisco por cisco venticisco”.  “¿Quién ha sido?” y la cantinela terminaba en ensalada de  sopapos, pescozones, capones y retorcijones de orejas.
Éramos más duros que los niños actuales; pese a ello, la tensión en la escuela era grande, acudíamos a clase con cierto temor y desánimo porque la escala de castigos verbales era amplia, eran muchos y sonoros: ceporro, “pasmau”, méndrigo... pero dolían menos que los corporales que consistían  en una buena fricción con una flexible vara de avellano en piernas, espalda y posaderas o donde se terciara; incluso unos reglazos en la palma de la mano, -contra los que algún alivio suponía llevarlas untadas con ajo-.
Peor que en la palma eran los reglazos en la punta de los dedos recogidos en piña, con alguna posible desviación a la cabeza, sin que dejase de ser posible el lanzamiento de lo primero que a mano hallase el maestro desde su mesa al banco del revoltoso.
Tengo bien presente que yo -vivo de reflejos- en más de una ocasión, al soltarme el reglazo retiraba raudo la mano; nefasta ocurrencia, se redoblaba el castigo y como propina, me llovían los puntapiés en el trasero, y como los mayores  tenían fe en el sistema de “quien bien te quiere te hará llorar” tan beneficioso era que no podías llegar a casa lagrimeando, acusando al maestro de tenerte tirria, porque era empeorar las cosas.
         Por aquel entonces, para mi edad yo era alto, fuerte y con los brazos musculosos, bien conocido por el apodo de “manos gordas”, cabecilla siempre de la pandilla del barrio; y en razón de ello necesitaba alcanzar prestigio de duro, resistiendo heroicamente los castigos conteniendo las lágrimas, sin dejar escapar un ¡ay!
A las niñas se les castigaba con azotainas en las posaderas con las faldas levantadas, lo que les hacía hipar más de vergüenza que de dolor.
Aún existía otro castigo exclusivamente reservado para los chicos más revoltosos y duros de mollera de la clase, entre los que me hallaba.
Consistía en convertir la clase en prisión durante las horas de la comida. En ella quedabas encerrado mientras los demás acudían a su casa a comer. Resultaba el  castigo preferido, pues nada más fácil que abrir el balcón  situado en el primer piso, saltar a la calle y marcharse a casa tranquilamente, y momentos antes de reanudar las clases de la tarde volver al aula por el mismo camino y aquí no ha pasado nada. Todos los alumnos conocían el truco, pero no había chivatos, ¡mal les hubiera ido!     
Pese a todo, de la escuela de mi progenitor a la mía hay igual salto hacia adelante que de la de mi época a la actual.
Tengo que aclarar que mi pobre padre era analfabeto, trabajó duro desde que supo andar y asistir a la escuela, no ocurrió arriba de una docena de veces en su vida, porque entonces acudir a la escuela, -estoy hablando de Cornón- no levantaba mucho entusiasmo, carecía de interés y sentido práctico. Leer, -se decía- resultaba perjudicial porque las letras lijaban los ojos, y escribir, ¿pa qué?
Lo que verdaderamente interesaba saber era, por ejemplo: arar, y en razón de ello lo que se ensañaba con cantaridos eran las piezas de que se componía el arado: cola, ventril, vilortas, cama, reja, dentel, telera, orejeras, pescuño, esteva y mancera.
         Por boca del Chato, Pinto, Danielón, etc… coterráneos de mi padre, a mí han llegado los ecos del renombrado don Próculo, un maestro de los primeros años del siglo XX, contratado por la aldea en idénticas condiciones que el pastor de las ovejas, es decir, humildísima vivienda y una soldada de hambre.
El pobre hombre apenas sabía leer y escribir, pero eso carecía de importancia, otros eran sus méritos. Pondré un ejemplo: muy dado don Próculo a soltar libremente rotundos cuescos y sonoros regoldos, en circunstancias tales, los alumnos, muy educadamente, como impulsados por resorte se ponían en pie y en voz alta y unificada cantaban "con salud los tire usted", rigurosamente cierto.
Como queda dicho, su escasa habilidad lectora y escribidora carecía de importancia, porque su fuerte eran los temas religiosos: “el probe señor don Jesucristo, por la culpa de nosotros, en la faz lo escopieron y en la cruz le sobieron y le pincharon en el costillar, cerca de la tetilla, y cuando se morría vertío mucha sangre y escapao ya se morió, pero alegrarsos por la resucitación del Señor don Cristo al día tercio y al son de mucho roído y bullicio de trompetas y tambores y en después ya escapó del averno y se jue ya pal cielo...”
         ¡Tiempos aquellos y estos! Porque bien puede decirse que se ha pasado del pegar los maestros a los alumnos a ser maltratados los profesores por los estudiantes.
         Besos y abrazos

sábado, 11 de febrero de 2012

EL FELIZ ATERRIZAJE DE HÉCTOR


Es tan grande lo que dices que no puedo añadir más. Enhorabuena a todos por la hermosura de niño.

Feliz finde.

Marisa Pérez Muñoz

11 de febrero de 2012 09:08 El feliz aterrizaje de Héctor

Pily, abuela materna de Héctor
Queridos seres queridos:


En la actualidad las parejas no se plantean tener hijos y, consecuentemente, los bebés escasean como los mirlos blancos, así que Felipe y Cristina convertidos en felices padres ha sido un acontecimiento excepcional; tener el primer hijo es una situación fascinante, emocionante, gran motivo de alegría, satisfacción, gratificación para la familia en pleno, padres, abuelos, tíos ¿y qué decir de los bisabuelos? El querubín es el centro de atención, acapara todas las miradas; cosa es de ver tantos ojos que contemplando fascinados a la maravillosa criatura brillan derramando ternura.

El feliz aterrizaje de Héctor en el planeta Azul ha organizado una revolución familiar: la pareja ha pasado a la paternidad, a ser tres, una familia a la que el bebé ha traído mucho amor y mucha alegría, pero también un cambio radical en el modo de vivir de los progenitores que han de desconectar un poco del mundo, acomodando sus deseos a las necesidades de la tierna criatura que ocupa mucho tiempo y mocho espacio. Cierto que fortalecida la relación de la pareja y practicando la filosofía de la ayuda mutua, el padre se implica desempeñando su nuevo papel de papá con gran cariño y dedicación.

Lógicamente, la entrega de la madre es absoluta, la criaturita no entiende de horarios, ni de festivos, ni de fines de semana y hay que alimentarlo, asearlo, y muy pendiente vigilar y proteger permanentemente, lo que conlleva cansancio, sueño, preocupaciones y sobresalto, pese a todo y que no hay tiempo para otra cosa,  se da por bueno, es una actividad que se realiza con sumo placer y alegría, porque el crío bien alimentado, exquisitamente aseado, envuelto en caricias y mimos se le ve crecer como la espuma sano y feliz.

Los flamantes y orgullosos padres tienen entre manos un gran motivo para emplear  tiempo y energía en algo emocionante por lo que vivir con ilusiones en cascada, el motor que impulsa a desempeñar una labor tan notable como  valiosa: procurar al hijo una vida bonita, fácil, cómoda y dichosa. El comienzo no puede ser más prometedor, apenas goza de dos meses de vida y ya tiene idea de la alegría, de risa fácil, con  un gesto simpático de los padres salta la carcajada jubilosa y contagiosa.

Héctor ha llegado a estrechar más fuerte los lazos familiares, donde va él vamos todos en piña. Y como el buen comer no tiene precio, acudimos a agasajar el paladar con el buen hacer gastronómico de los abuelos. Finalizada la manducatoria se retira de la masa todo lo retirable y he aquí el espectáculo: se coloca al chiquilín en el centro para ser mirado, admirado y acariciado, y dado que el crío irradia ternura, ahí nos ves a todos emocionados y felices , porque no se puede imaginar una sobremesa más divertida y enternecedora.

Felices papás, que el manantial de dicha que es el hijo, os colme de optimismo y felicidad.

Mil y un abrazos y besos del abuelo y bisabuelo,

                           Félix                     

lunes, 6 de febrero de 2012

QUERIDO HIJO PRIMOGÉNITO


También te envío mis felicitaciones Jose.

Abrazos

Marisa Pérez

6 de febrero de 2012 11:25 

Querido hijo primogénito:


Que pases un día grandioso, respirando gratas emociones y optimismo de la mejor ley, aprovechando el tiempo para hacer cosas que te den salud y alegría. Esa alegría que es resultado de una vida recta y provechosa, la que sin una brizna de duda sé que mereces. Existen personas cuyo espíritu vibra ante las cosas bien hechas, daré un ejemplo al azar: tú mismo. Si así son las cosas, así hay que decirlas.

Vamos a ver, jovencito casi sesentañero, según aseguran los cerebrados que emplean su tiempo y esfuerzos en estudiar el tema, reír rejuvenece. La inteligencia es un gran don, pero hay que usarla inteligentemente, y nada mejor que riendo franca, contagiosa, jubilosamente, irradiando alegría, así pues, ánimo y arriba los corazones.

Te supongo enterado de que cruza España, Piel de Toro, una heladora ola de frío siberiano que tiene al personal aterido -no a mí que no soy friolero-  y al país cubierto de una espesa capa de blanca nieve, bueno, exceptuando Valladolid, porque aquí la del blanco meteoro brilla por su ausencia, así como abunda en el noble, leal, antiguo y minúsculo pueblo de Cornón de la Peña, donde ha caído una buena.

Y mencionado Cornón, decía mi tío “Rojo” que para vivir mucho no hay nada como no morirse. Correcto, pero a todos nos gusta vivir mucho y a nadie ser viejo. Yo ya he alcanzado la longevidad, tengo la tira de años, pero aún soy joven, porque es joven quien se siente joven. Envejecer bien no es lo mismo que deteriorarse, y yo no estoy dispuesto a dejarme atropellar por la decrepitud, para ello tomo la pastilla de hacer cosas y no paro para que no decaiga el júbilo de vivir, ni perder la fe, la esperanza y el entusiasmo. Decía Einstein, que no hablaba únicamente por abrir la boca, que hay dos maneras de ver la vida: una como si nada fuese milagro, la otra como si todo fuese milagro; yo me integro el segundo grupo, saber ver los pequeños milagros de la vida: mi biznieto, la luz, el cielo cuajado de estrellas titilantes los primeros.

Alegremente te hago saber que se está reduciendo lo abultado de mi abdomen, nada fácil, en una familia dada a la buena y abundante manducatoria, de estómagos satisfechos, consecuentemente todos terminamos gorditines, será cosa de genes. Por si te interesa te facilito la lista de los mejores doctores  dietéticos: Dr. Dieta, Dr. Tranquilidad y Dr. Alegría.

La música es la chispa de la vida, y a mí la selecta de mi MP3, los ejercicios respiratorios y la meditación de cada día me relaja, me desconecta y me carga las pilas. En otras cuestiones soy el primero en equivocarme y actuar incorrectamente, pero en esto predico con el ejemplo y me va fenomenal. Imitadme.

Oye, hijo, si mis cartas necesitan crítica es porque, según se asegura, una narración no sometida a la crítica no merece la pena, así que ya conoces tu obligación: criticarme.

Querido primogénito, como lo importante es saber que estás vivo y vivir, tú vive haciendo eso en lo que yo te alabo el gusto: leer mucho y caminar mucho, porque quien mucho lee y mucho camina, mucho sabe y mucho ve.

Que hoy y siempre disfrutes de una felicidad fácil y sencilla, pero profunda en sus raíces. 

Mil y un abrazos y besos para ti y para la indita huachichila, patita rajada, de este gachupín que lo es, Félix, padre y suegro.