Historias de toda una vida

Cartas que agrada recibir

domingo, 6 de abril de 2014

HIJA GASTROPLÁSTICA



HIJA GASTROPLÁSTICA

Melilla 6 Abril de 2001
M’ija, en breve exgordis: Tu gastroplastia, intervención quirúrgica adelgazadora, me ha sugerido la idea de lanzarme a esta aventura; en tanto en cuanto no desengordes y pierdas tu opulencia y exuberancia y te vea convertida en un costal de huesos, te van a llover los e-mails, correo electrónico un día si y otro también como el pan nuestro cotidiano, a más de que, para que te resulte estimulante, lo más rosa posible, en términos tan mimosos que, como la miel, te ayude a cicatrizar la herida. Tal me he propuesto e impuesto, a ver si cumplo.
Lo que de momento nos interesa fundamentalmente es saber lo que ya sabemos, que estás como una rosa, que no te duele mucho, y si te duele, te aguantas a lo mero macho. Hombre, claro, así se habla, sí señora.
El hecho de que tengas que repetir una docena de veces tu estado salutífero resulta positivo, es indicativo de que la gente se interesa por ti, ¿o prefieres ser  olvidada?
Tu apá  en las presentes circunstancias te aconseja vivir sin prisas ni sofocones, de modo alguno sumirte en un estado de ansiedad, y cuando se obre el prodigio de  sacarte de encima el lastre que te atosiga, con tu nueva grata presencia y tu despierto cacumen (mucho taliento en el celebro) seas una nueva mujer desbordante de alegría y buen humor, que sepas  gozar de las menudencias de las que está llena la vida. Una nueva Pili con un corazón lleno de buenas vibraciones  y la boca de risas, porque conviene no olvidar que la risa es al   hombre  lo que el sol a las flores.
Aunque no me lo pides, como padre te daré un consejo: puesto que has de comer  poco, hazlo sacándole el máximo provecho, es decir, con los cinco sentidos, que con todos se come: la vista, el oído, el tacto, el olfato, y, por supuesto, con el gusto, ¿vale?


Un beso  con chasquido en cada moflete de tu apá