MUJERES
DE OTRAS CULTURAS
Melilla 23 de
Abril de 2001
Querrida ihga: Mira, verás, pá que no
te quejes y te sientas como si te hubieran nombrado reina.
Los señores “moros” son bastante más
machos ibéricos que Manolo, y que yo
mismo, que según tú, que mientes con todos los dientes, lo soy mucho, pero es
el caso que los marroquíes mantienen a sus mujeres en un manifiesto plano de
inferioridad, de lo que estoy tentado a opinar que hacen bien, muy requetebién,
porque las mujeres sois unos bichos, las perpetuas inconformes, pero en fin,
vamos a los hechos.
Por si en algún momento te sientes
discriminada o vejada, escucha, que voy a exponer de manera rápida y con datos
muy por encima la forma tradicional de vivir de las mujeres musulmanas
La
finalidad de estas señoras en la vida es el matrimonio y la procreación, pero
¡ojo! que las cosas van más lejos, el padre posee la autoridad de casar a la hija con el hombre que él elija y
a la edad que a él le convenga.
La
mujer será entregada al hombre que el padre considere mejor postor, a quien dé
más por ella, y la mujer será entregada como un bien de compra-venta.
Su
precio se establece en estrecha relación con el rango social de la esposa:
belleza, fortuna, edad...El santo padre recibe el dinerito con una mano y
entrega la mercancía con la otra, así, mano a mano.
La
suerte de la mujer, esto es, de las mujeres, porque están autorizados a tener
múltiples esposas, depende totalmente del marido dado que posee la más absoluta
libertad de repudiar a la esposa, y esto puede ocurrir en cualquier momento sin
razón mayor, basta decir “te repudio” y es irrevocable.
Como
la boda ha sido un trato de boquita, sin papeles firmados de por medio, se
deshace la compra, yo te devuelvo la mercancía y tú me reintegras el importe,
estupendo, ¿no? Puede ocurrir que el repudiador no exija la devolución de ese
dinero, dando a entender que el valor de la mujer era nulo, que no valía un
clavel.
Y
ahora asómbrate, que estará justificado: El honor de la familia está
íntimamente unido a la figura femenina,
y el menor desliz de la mujer supondrá
la deshonra familiar, entonces la
solución ideal es casarla a edad muy muy temprana –existen matrimonios
precoces, 8 a
13 años- para quitarse de encima el
posible deshonor, a más de que de
ese modo ya está lista para desempeñar
su papel de procreadora, y cuanto más joven se case, más numerosa podrá ser la
prole.
Y
la bola sigue: la buena mujer por el hecho de casarse sólo se le reconoce el
derecho de la manutención, es decir, el vestido, el alojamiento y la comida. Y
para cerrar con broche de oro, si el
esposo muere ella no hereda, es heredada. Divertido ¿no? Hay que admitir que no
son nada pendejuas los mozos, así da
gusto.
Por
supuesto, las costumbre están cambiando bastante vertiginosamente, el comportamiento
varía en función de donde se resida, no es lo mismo en el ambiente rural, que
los emigrantes en Europa, que los residentes en Melilla, donde la juventud viste a la europea y habla español; el resto
de las féminas, será para sustraerlas de
las miradas de la gente, visten, ¡como diría! como una bandada de monjas, el
mismo hábito, exactamente igual, única variación la del color.
Llama la atención lo monótono y falto
de originalidad y elegancia del vestir de las mujeres musulmanas. Rigurosamente
todas visten absolutamente igual: una especie de sotana que les cubre del
cuello a los tobillos, con una capucha a la espalda, aparentemente sin utilidad
cual ninguna, una pequeña ranura que les sube hasta media pantorrilla que les
facilita caminar con normalidad y a través de la cual se entrevé un pijama, o
similar.
Cubren la cabeza con un pañolón y
calzan unas vulgares chanclas u ordinarios zapatones sin medias ni
calcetines sea invierno o verano.
Será por estos faldumentos que sólo
cambian de color, lo que supone no tener
que comerse el coco cada mañana al elegir la ropa que ponerse, se las ve un
poco desastradas, como abandonadas, la mayoría con sobre abundancia de carne es
los cuartos traseros. Otra cosa que no deja de sorprender es ver las calles de
Melilla invadida por mujeres árabes con semejantes vestimentas y sentadas de
cualquier manera en los bordillos de las aceras devorando pipas, ¡qué afición a
comer pipas! Da no sé qué verlas con el pompis aplastado de manera tal; algo
que nunca hará una española.
Lo que afortunadamente no se ve, son
mujeres con la cara absolutamente
tapada.
Por hoy se acabó, si quieres saber más,
ahí está la Universidad
para adultos.
Adiosito,
que te vaya bonito,
Tu apá