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miércoles, 23 de abril de 2014

MUJERES DE OTRAS CULTURAS



MUJERES DE OTRAS CULTURAS
Melilla 23 de Abril de 2001
Querrida ihga: Mira, verás, pá que no te quejes y te sientas como si te hubieran nombrado reina.

Los señores “moros” son bastante más machos  ibéricos que Manolo, y que yo mismo, que según tú, que mientes con todos los dientes, lo soy mucho, pero es el caso que los marroquíes mantienen a sus mujeres en un manifiesto plano de inferioridad, de lo que estoy tentado a opinar que hacen bien, muy requetebién, porque las mujeres sois unos bichos, las perpetuas inconformes, pero en fin, vamos a los hechos.
Por si en algún momento te sientes discriminada o vejada, escucha, que voy a exponer de manera rápida y con datos muy por encima la forma tradicional de vivir de las mujeres musulmanas

La finalidad de estas señoras en la vida es el matrimonio y la procreación, pero ¡ojo! que las cosas van más lejos, el padre posee la autoridad de  casar a la hija con el hombre que él elija y a la edad que a él le convenga.
La mujer será entregada al hombre que el padre considere mejor postor, a quien dé más por ella, y la mujer será entregada como un bien de compra-venta.
Su precio se establece en estrecha relación con el rango social de la esposa: belleza, fortuna, edad...El santo padre recibe el dinerito con una mano y entrega la mercancía con la otra, así, mano a mano.
La suerte de la mujer, esto es, de las mujeres, porque están autorizados a tener múltiples esposas, depende totalmente del marido dado que posee la más absoluta libertad de repudiar a la esposa, y esto puede ocurrir en cualquier momento sin razón mayor, basta decir “te repudio” y es irrevocable.
Como la boda ha sido un trato de boquita, sin papeles firmados de por medio, se deshace la compra, yo te devuelvo la mercancía y tú me reintegras el importe, estupendo, ¿no? Puede ocurrir que el repudiador no exija la devolución de ese dinero, dando a entender que el valor de la mujer era nulo, que no valía un clavel.

Y ahora asómbrate, que estará justificado: El honor de la familia está íntimamente unido  a la figura femenina, y el menor desliz de la  mujer supondrá la  deshonra familiar, entonces la solución ideal es casarla a edad muy muy temprana –existen matrimonios precoces, 8 a 13 años-  para quitarse de encima el posible deshonor, a más de  que de ese  modo ya está lista para desempeñar su papel de procreadora, y cuanto más joven se case, más numerosa podrá ser la prole.

Y la bola sigue: la buena mujer por el hecho de casarse sólo se le reconoce el derecho de la manutención, es decir, el vestido, el alojamiento y la comida. Y para cerrar con broche  de oro, si el esposo muere ella no hereda, es heredada. Divertido ¿no? Hay que admitir que no son nada pendejuas  los mozos, así da gusto.

Por supuesto, las costumbre están cambiando bastante vertiginosamente, el comportamiento varía en función de donde se resida, no es lo mismo en el ambiente rural, que los emigrantes en Europa, que los residentes en Melilla, donde la juventud   viste a la europea y habla español; el resto de  las féminas, será para sustraerlas de las miradas de la gente, visten, ¡como diría! como una bandada de monjas, el mismo hábito, exactamente igual, única variación la del color.

Llama la atención lo monótono y falto de originalidad y elegancia del vestir de las mujeres musulmanas. Rigurosamente todas visten absolutamente igual: una especie de sotana que les cubre del cuello a los tobillos, con una capucha a la espalda, aparentemente sin utilidad cual ninguna, una pequeña ranura que les sube hasta media pantorrilla que les facilita caminar con normalidad y a través de la cual se entrevé un pijama, o similar.
Cubren la cabeza con un pañolón y calzan unas vulgares chanclas u ordinarios zapatones sin medias ni calcetines  sea invierno o verano.
Será por estos faldumentos que sólo cambian de  color, lo que supone no tener que comerse el coco cada mañana al elegir la ropa que ponerse, se las ve un poco desastradas, como abandonadas, la mayoría con sobre abundancia de carne es los cuartos traseros. Otra cosa que no deja de sorprender es ver las calles de Melilla invadida por mujeres árabes con semejantes vestimentas y sentadas de cualquier manera en los bordillos de las aceras devorando pipas, ¡qué afición a comer pipas! Da no sé qué verlas con el pompis aplastado de manera tal; algo que nunca hará una española.

Lo que afortunadamente no se ve, son mujeres con la  cara absolutamente tapada.

Por hoy se acabó, si quieres saber más, ahí está la Universidad para adultos.


Adiosito, que te vaya bonito,

Tu apá