Historias de toda una vida

Cartas que agrada recibir

jueves, 20 de octubre de 2016

¡¡HASTA SIEMPRE CUATE!!



¡¡HASTA SIEMPRE CUATE!!  14-10-2016

Querido Jose Félix ¡¡Qué injusta fue la vida en tu final!! No quiso el destino respetar lo que tú mismo habías escrito; o creías estar escribiendo, aunque en realidad querido cuate, lo único que hacemos en la vida son planes, que en ocasiones alguien viene y nos los desbarata por completo.
Con todo preparado para venir a tu casa; a miles de kilómetros, por sorpresa  se cruzó en tu camino la guadaña maldita. Se coló en tu vida para llevársela cuando de nada le servía porque era tuya y sólo tuya.
Pili fue la primera en recibir el brutal mazazo, y la encargada de contar el horror al resto de tus hermanas y a tu familia: Ya no estabas, te arrancaron de su lado con la crueldad infinita de los renglones torcidos que el destino imprime.

En mi caso, aprendí a conocerte gracias al amor con que tu hermana Pili siempre me habló de ti, y aunque no tuvimos ocasión de vernos muchas veces, conmigo fuiste amable, cariñoso y cercano. Me dijiste palabras que no olvidaré, porque en un momento de aflicción, supiste aliviar mi pesar, y sentir que gracias a leer en su Blog las cartas que de él publicaba, los últimos días del yayo Félix fueron un poco más felices.

¿Qué habrá dicho él al verte llegar? Al yayo Félix lo despedimos hace cuatro años con infinita tristeza, con mucho dolor porque nunca queremos que llegue la despedida por más que fuera “Ley de vida”… ¡¡Ley… de vida!!!

Recorriste el mundo entero impartiendo sabiduría, corriendo toda clase de peligros y ha tenido que ser en el lugar donde más seguro te sentías.

No lo merecías Jose. Una persona tan buena, honesta, cabal, trabajadora, inteligente, amable, cariñosa… todas las virtudes humanas te adornaban, y por eso no mereciste jamás un final tan prematuro y tremendo.
Tu luz se apagó sin sentido, con toda la vida y las ilusiones por delante, cuando hay demasiada gente loca que busca y hace méritos para marcharse y aquí están ellos, y ahí estás tú.

Hoy tu familia que no puede respirar sin ti, se quedan con la desolación de tan injusta e inesperada partida. Creen estar viviendo en una película de terror y pesadilla donde el protagonista no sabía su papel, ni deseó jamás interpretarlo.
No les queda siquiera el consuelo de conservar tus cenizas junto a las de tu amado padre, o el de haber podido despedirse de ti en un sepelio que se efectuó a miles de kilómetros.

Tu querida madre, a la que desde tan lejos telefoneabas cada día,  en varias ocasiones dijo que esperaba tu inminente regreso para morir tranquila. Ahora querrá morir para volver a verte y no separarse jamás de ti.
Tus millones de amigos te lloramos sin consuelo, impotentes por no poder hacer nada para borrar el sufrimiento de tus más allegados.

Descansa en paz junto a tu querido padre,  tío Paulino y junto a todos los que partieron y hoy te reciben con amor y extrañeza.
Junto a ellos has de mostrar a tu madre y a tus hermanas, a los sobrinos que te adoran, a tus cuñados, a los íntimos amigos el camino para seguir sin ti.

Descansa en Paz querido cuate y  envíales paz para aliviar su tremenda pena.


Querido yayo: Ya ves qué prematuramente llegó a tu vera tu amado hijo.
Tú ya sabes de qué va esto, pero él, no tuvo tiempo ni de prepararse para el largo vuelo, ni de despedidas de tanta gente como amó y hoy le lloran impotentes e incrédulos.

Ayúdale a volver para velar sus sueños, tal como tú lo haces cada noche. Enséñale a decirles que no lloren, que sientan que no se fue y como tú, jamás se irá mientras ellos mantengan vivo su recuerdo.
Una madre jamás debería ver partir a ninguno de sus hijos y aunque le oculten datos, ella sabrá que no volverá a ver a su niño del alma. No habrá para ella dolor más insoportable que saber que ni un solo día más recibirá su llamada, ni volverá a abrazarle. No tendrá consuelo ni vida para desear seguir respirando sin él.
Todos hemos dicho: qué suerte que no estás para sufrir esta noticia y qué suerte tiene Jose que estás para abrazarle a su llegada.

Dulces sueños querido Yayo. Ya nunca te sentirás solo.