PERDER ES LA MEJOR MANERA DE GANAR
Melilla 2 de Mayo de 2001
Estimado Flaco-Hermoso: Para no echar
de menos el diario y alegre recorrido de tasca en tasca con el saboreo de los
pinchos y el vinillo reconfortante, aquí
sigo la excelente costumbre y no me falta cada día mis chanquetitos y el chato
de rioja, lo que no está mal ya que
levanta el ánimo, porque ya se sabe que las uvas con las que se elabora el morapio
recogen el sol y lo guardan, para soltarlo después en el corazón de lo
bebedores.
Aquí no he visto jugar al mus, así que
olvidaré lo poco que sé. Reconozco que vosotros sabéis bueeeeeno, la tira, lo
que, por cierto, en absoluto sorprende, si lo venís practicando asiduamente
desde hace más de medio siglo; y
también es obligado el que yo juegue
rematadamente mal, si con las cartas en la mano soy como una gallina
hipnotizada, no me entero de nada. Aunque si las cosas son así, así hay que
decirlas, los hay peores, a algunos arrogantes y presumidos, engreídos como un
piano de cola, les gano con un ojo cerrado y la mano derecha amarrada a la
espalda.
A Bonito no le gano, pero aunque lo
ganase no lo haría, no me atrevo, como sabe llorar tanto y tan bien, a más de
que me acusa de ser el “gran cojón”, siempre tengo tan buenas cartas que aburro
a un rebaño de ovejas. Y tú ¿qué, con tus top model? Al Correcaminos le gano,
pero me dejo ganar. Quiero decir que en ocasiones, perder es la mejor manera de
ganar.
Estimado ex-panadero, a ti, tan
congelado siempre, este clima te iría de mimo, en el mes que llevo aquí, el
termómetro en ningún momento ha bajado de 20º ni ha subido de 25. Hoy, por
ejemplo, sopla una brisa de seda que acaricia suavemente. Es uno de esos días
en que siendo el mar, como lo es, espero del cielo, para no provocar mutuas
envidias, ambos se ven igual de azules. La puritita verdad resulta difícil no
sentirte feliz y contento teniendo ante ti un mar y un cielo tan alegres y
vistosos, y un sol que brilla resplandeciente.
Estimado Trotamundos, tú que conoces
esto, te explico: Mi hija vive en el paseo Marítimo, la fachada frontal, al
Este, a dos palmos del mar, en la playa mismamente, cada mañana con la puerta
abierta de mi habitación, desde la cama,
veo salir el sol, que es tan puntual que cada día llega un minuto antes, y
desde la terraza se admira una vista espléndida: a la derecha, al final de la
playa el puerto marroquí de Beni-enzar, así creo que se llama, a la izquierda,
nuestro puerto, al fondo Melilla la Vieja, muy restaurada, de frente la bocana
y la bahía. Desde
la fachada posterior, al Oeste, Melilla entera a vista de pájaro: A la derecha la frontera de Nador
y el Gurugú, en frente el campo de fútbol y el barrio de la Victoria, a la
derecha el centro de la ciudad, y al fondo Rostro Gordo, el cuartel de la
Legión, la cárcel vieja...Pero por supuesto para ti y para Abdón ¿o Addón?
Melilla resultaría una ciudad por entero nueva, profundamente transformada. Lo
que menos renovación ha sufrido, aunque mucho, es el bario del Real pero lo
reconoceríais perfectamente. Ya os contaré.
A las moritas casi no merece la pena
mirarlas, no se ve apenas nada, todas visten exactamente igual, chilaba, una
faldumenta que las cubre desde el cuello a los tobillos y en la cabeza un
pañolón ocultando en pelo. No faltan cuerpos bien rematados y caras bonitas con
ojos espléndidos, pero en general, más bien culoncitas. El otro día una morita
joven y no fea, pero más bruta que una inundación, pretendió llevarme a su
casa, pero quita, quita, paso de ese tipo de mujeres. Las otras, aunque estoy
muy guapo con la piel tostada, pasan de mí. ¡Qué se le va a hacer! Ya vendrán
tiempos mejores.
Honradamente reconozco que tú no eres
como yo, un ingenuo pueril que se cree todo lo que me dicen, tú de eso nada.
Todos los sabios de Grecia en grupo no saben la mitad que tú. Ellos, pobretes,
sólo saben que no saben nada, tú, opuestamente, sólo sabes que lo sabes todo, y lo que no sabes, no existe.
Es por ello que con tu franqueza cruda,
con tu desgarrada sinceridad discutes con el lucero del alba, porque sabes lo
que dices, ¡que no eres tonto! Estimado
Flaquín,
Hay que saber respetar el parecer
ajeno, que si sabes eso, lo sabes todo.
Con tantas vacas locas, yo de carne
nada hasta que no dé con una cuerda, más bien pescado, un pescadito frito que
no hay quien lo aguante, porque aquí, puerto de mar, abunda y no resulta
excesivamente caro. Por citar uno, salmonetes tan frescos que “anoche durmieron
en el mar”, siempre entre novecientas y mil pelas. Pero ¿qué hago? Hablarte,
a un comistrajas que clama al cielo es
como hablar al burrito de la hortelana de astronomía, ¿verdad o mentira?
Como lo estoy pasando bomba, el simple
hecho de cambiar de ambiente son unas buenas vacaciones, aún estaré aquí aún
mes más.
Que seáis felices y riáis mucho, que la
risa es sana y ¡ojo Flaco! hasta engorda.
Abrazos
Félix