Historias de toda una vida

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sábado, 14 de abril de 2012

ROSQUILLAS TONTAS Y LISTAS

ROSQUILLAS  TONTAS Y LISTAS

       Melilla 17 de Mayo 2001

M’IJA Pilar: Tú como no tienes tratos con ellos no sabes que los perros sirven de vínculo amistoso entre sus dueños. Dos personas que paseando sus perros se crucen, dirigirse la palabra es casi obligado. En días pasados me enlacé en animada charla con una simpática y locuaz señora que sin preámbulos me largó de pe a pa la biografía de su perro ciego. Hoy de nuevo nos hemos cruzado y con la amistad ya más consolidada me ha hablado de ella misma. Se ha empezado a deshilar la madeja con el euro, que si el euro tal, que si el euro cual, y la poca cosa que es nuestra peseta, tan pobre de valor y carente de presencia, mirruña como la cabeza de una  chincheta, menos aún, como una lenteja mal alimentada, le queda a la infeliz muy poca vida.

Con una peseta real y verdadera de antes –añade- te sentirías ante un puesto de chucherías como en el Corte Inglés con un buen fajo de billetes. Te llenarían los bolsos de cucas: bolas de anís, pastillas de burro, caramelos de café y leche, palos de regaliz, cacahuetes , pipas... y los precios eran constantes, no como ocurre ahora que cambian vertiginosamente y un duro de hoy serán cuatro pesetas mañana, cuando no sean tres.

      Su padre  -cuenta y no para- capitán del ejército, ganaba -habla de su niñez; ha pasado medio siglo largo- quinientas o seiscientas pesetas mensuales y podían vivir –vivían- con decoro, sosteniendo y dando educación a cuatro hijos: separaban veinticinco duros para casa y criada, diez para entretenimiento del hogar, diez para educar a los hijos, cinco para entretenimiento del espíritu (teatro, periódicos, toros), diez para vestir y calzar, y se dedicaba a la manutención los duros restantes. O sea que con ocho o diez pesetas diarias por persona se mantenía una familia tan lindamente. Los obreros con un gasto de una peseta diaria por boca se defendían y ¡no pasaban hambre ni mucho menos!

      Así, con suspiros de nostalgia, la buena señora ha recordado la realidad pasada, los buenos tiempos en que su madre elaboraba rosquillas de santo, listas y tontas, según fueran glaseadas o con azúcar.

Aquellos eran tiempos, aunque no soy yo de los que creen que todo tiempo pasado fue mejor.

                                   Un millón de besos de  tu padre