Historias de toda una vida

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viernes, 23 de mayo de 2014

EL MORMÓN DE UTAH




EL MORMÓN DE UTAH
Melilla  23-05-2001
 Querida hija y buena esposa: Hoy que la estabilidad matrimonial en un valor caduco, en época que nadie desea tener hijos, que la convivencia resulta tan difícil que la gente se casa y se descasa como descosidos, en el  momento que se baten todos los record de violencia doméstica – no pasa día sin que un macho ibérico dé matarile a su conyuga- aparece en escena un mormón gringo, de Utah,  con cinco esposas, cuatro de ellas en estado de buena esperanza, y una nube de hijos, 29 vivitos y coleando, como lo oyes,  bastantes y suficientes para montar un colegio y una guardería al mismo tiempo, y a este  increíble padre de familia  hay quien quiere colocarlo en la sombra durante 25 años nada menos.
Me permito manifestar mi parecer, que no es otro que este hombre tan peculiar me cae simpático. Si dar con una buena esposa siempre es un hallazgo maravilloso, saberse rodear de cinco leales compañeras, agradables y alegres  que viven en paz y armoniosamente roza casi el milagro.

Falla el sentido común por todo lo alto a los sinvergüenzas, porque poca vergüenza hay que tener para llevar a cabo el sobrecogedor hecho de dejar cinco viudas y, con los que están  en camino, treinta y tres huérfanos. Ni de coña, vamos. Hay que hacer algo, cualquier cosa, lo que sea para evitar que estas buenas personas que  gozan de la bendición de un matrimonio feliz venga algún desaprensivo –que qué se tendrá que decir a sí mismo para justificarse con su conciencia- y lo escogoncie todo.
Lo que se impone es erigirle un monumento a la paternidad por haber puesto la natalidad por las nubes, y proclamado héroe ejemplar llevarlo por el mundo pronunciando conferencias en las que explicotee como llegar a ser un esposo ideal y un gran padre.

Seguramente a este prolífero padre y extraordinario esposo no le faltarán emociones. Imagino lo que será llegar cada tarde a su casa, con tan numerosa prole a repartir besos a diestro y siniestro, preguntando interesado por la marcha del colé a éste, al otro, al otro, al otro, al otro y al de más allá; de qué memorión privilegiado ha de gozar para nombrarlos a todos. Y en el otro plano, una esposa embarazada de tres meses, otra de seis, la tercera salida de cuenta y la cuarta ¡ya!, gritos, dolores, carreras... Ha de vivir con el santoral en la mano para no repetir los nombres.

El mundo está lleno de vida y de gente que quiere  gozarla y no la dejan. ¿Qué pasará? No quiero perderme el espectáculo.

Besitos y abrazotes de tu padre