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domingo, 9 de noviembre de 2014

DISCUSIONES IMPRODUCTIVAS



DISCUSIONES IMPRODUCTIVAS
Valladolid 9 Noviembre de 2001
Queridos hijos: Muchas veces, cuando las familias se reúnen, las sobremesas dejan un amargo sabor de boca por los enfrentamientos dialécticos que tienen que acabar siempre en vencedores y vencidos.
Si las personas no fuésemos tan dados a discutir improductivamente el mundo sería menos agitado. La discusión es un acto para intercambiar pareceres y puntos de interés sobre determinado asunto con el fin de resolver el problema. Nada de malo tendría, pues, la discusión si no terminase impepinablemente en trifulca acalorada, donde la cuestión concreta no es otra que derrotar al otro. Osea, que no se busca acuerdo ni aclaración, sino estallidos de diferencias y frustraciones.
 En esas desagradables sobremesas se levanta la voz, se pierde el control y asoma de inmediato la violencia, las recriminaciones, la inquina más profunda, aprovechando la ocasión para el desahogo hiriente, como pretexto para la denominación, para atacar y alzar el conflicto al máximo posible por las más insignificantes pendejadas.
El sacar a airear los trapos sucios del pasado más lejano revela inmadurez en el manejo de las emociones. Esa clase de discusiones no ofrecen ningún efecto positivo, sólo alteran los nervios y los ánimos de quienes las sostienen, máximo que no se discuten cuestiones actuales, sino que aluden a hechos supuestamente tuvieron lugar en épocas remotas.
No entiendo que no sea posible que las discusiones no acaben acaloradamente, sino en disculpas, reconciliaciones o, por lo menos en un pacto sensato y no en gritos y camorra.
Hijos, que no se diga que en nuestra sobremesa las injurias son las razones de quienes no tienen razón.
Besos y abrazos