Historias de toda una vida

Cartas que agrada recibir

miércoles, 20 de abril de 2011

SUEÑO DE FÁBULA

Hay quien afirma que no sueña y yo, que ellos se lo pierden, porque soñar –cuando se tiene la conciencia tranquila y el ánimo sereno- hace la noche amena y divertida; es como ver una animada película pero con nosotros mismos como protagonistas.
Soñando somos capaces de bravuconadas que “a ojo abierto” jamás se nos ocurriría ni desearlas. Vivimos aventuras fabulosas y volvemos a departir buenos ratos con aquellos que ya no están.
Algunas veces al despertar recordamos tan perfectamente el sueño, que es absolutamente real, por muy surrealista que haya sido la historia de aquella noche.
Cuando la vida es una pesadilla, los sueños agradables nos ayudan a remontar y coger fuerzas… aunque ni cuenta nos demos de ello.

Saludos y achuchones queridos lectores.

Marisa Pérez

SUEÑO DE FÁBULA
Melilla, 6 de mayo de 2001


Querida hija terrícola: Anoche tuve un sueño de fábula. Por arte de birlibirloque o artificio sobrenatural se obro en mí el prodigio de transformarme en un hombre fantásticamente amillonado, y contando con tan abultada cuenta corriente me planteé con máxima urgencia repetir la excitante aventura que llevó a cabo Dannis Tito, el sexagenario californiano de hacer turismo aereoespacial. Pensando como él me dije que sólo se vive una vez y merece la pena hacer real el sueño de una aventura tan legitima  como completa.
Trajeado de astronauta abordé el cohete, no sólo impávido, sino que desbordante de entusiasmo. El corazón se sobresaltó algo, pero aguantó estoicamente, sin dar muestras de turbación ni en el momento emocionante de escapar de este mundo nuestro, dejando allá abajo el brillante planeta azul.
Ya en órbita juego con la ingravidez; con gravedad cero revoloteo como pájaro por la cabina, y así, flotando, sin peso, me cosí al ojo de buey de la cápsula en órbita que girando como trompo en el vacío ofrece un panorama que no admite comparación como ninguna otra cosa. Las estrellas locas de alegría lucen con brillo muy superior a lo que  ofrecen observadores desde la Tierra, que la atmósfera y el azul del cielo en algo altera el esquema celeste dado que al filtrar la luz disminuye la visión de las cosas, y atenúa, y hasta apaga el centelleo deslumbrante de los astros.
Después bajo un poco los ojos y miro al frente, algo a la derecha y distingo a lo lejos una diminuta luz rojiza, tendente a anaranjada, es la señal para que aparezca en escena el Astro Rey, que al alzarse en el cielo llenándolo todo de luz y color, surge una aparición maravillosa: la Piel de Toro, España ni más ni menos, al borde mismo del océano Atlántico. Y aquí acaba el fantasioso viaje. Algo me despertó. Sería posiblemente, la fuerte emoción: es lo más probable.
Se dice, y será verdad, yo así lo creo, que quienes han visto desde lo alto el sobrenatural espectáculo quedan tan profundamente impresionados que empiezan a padecer una extraña enfermedad. El síndrome de  no entender el porqué de las fronteras y de las guerras, y a todos se les despierta el irreprimible deseo de proteger a esa bolita azulada que es nuestro hogar.


Yo, hija, me uno a ellos, y te abrazo.