Historias de toda una vida

Cartas que agrada recibir

jueves, 28 de febrero de 2013

CAMBIO DE PAISAJE



Querido yayo Félix: Para esta preciosa carta te presto fotos de mi fugaz viaje a Asturias el pasado 2012. Pienso como tú que es una tierra maravillosa digna de visitar y que por respirar su aire y embriagarse de sus paisajes, bien merece el dolor de posaderas por el viaje más largo que corto hasta llegar a ella.

Recibir mi padre y tú, todo mi amor. Dulces sueños.

Marisa Pérez Muñoz

CAMBIO DE PAISAJE

Valladolid Marzo de 2002

Queridos hijos Otra excursión más, ésta ha sido algo especial, más bien diría insólita: ida y vuelta a Gijón en sólo 16 horas. Salimos temprano y bien entrada la mañana recolábamos directamente en la zona turística llamada “Costa Verde”, en la magnífica playa de San Lorenzo, en las inmediaciones de la ciudad. Agradables paseos por la arena próximos al agua para que las olas nos laman los pies, a la vez que aspiramos unas buenas bocanadas de aire fresco, perfumado y marinero. Rápido vistazo al activísimo puerto del Museo. Estamos en el país de las manzanas y se la visita a alguna que otra sidrería. Igualmente resulta obligado dar buena cuenta de una suculenta fabada.

        La tarde la dedicamos a dar garbeos por el centro de la activa, alegre y atractiva ciudad, perdiéndonos un poco por calles y plazas. Tras merecido descanso en los cuidados jardines de la Reina, otra vez de trotacalles, terminando sentados en la terraza de un bar a la espera de la hora de emprender el regreso.

        No soy en absoluto partidario de estos viajes relámpago en los que se emplea aproximadamente el mismo espacio de tiempo en el recorrido del trayecto que en visitar el lugar, pero he tomado parte por el placer que supone cambiar radicalmente de paisaje, así sólo sea por unas horas.

        Es grande el contraste que se establece entre la verde Asturias y nuestra Castilla ancha, plana, seca, desnuda, solitaria, amarilla y roja, sin verdor vegetal, aunque de cuando en cuando se ven chopos altos, esbeltos en torno a los manantiales y acompañando a los ríos; así como de pronto, cuando menos lo esperas, en lugar siempre estratégico aparecen los pueblos, uno en un valle, otro en una loma, todos como ruinosos y deshabitados, sin fallar nunca la iglesia en el medio, con la silueta de la torre recortando el firmamento.

        Para nuestros ojos castellanos que hechos a volar a través de una atmósfera limpia y vacía, sin encontrar obstáculo alguno llega hasta el infinito, al encontrarnos en lo alto del puerto de Pajares, si miramos para Asturias lo primero que vemos es que no vemos nada, o casi nada, una niebla algodonosa nos cierra el paso, y si no es la niebla, los ojos chocan de frente y muy próximos con montañas redondas y apretadas unas a otras cuyas laderas las cubren castaños, robles, sauces, laureles, manzanos… Por las escarpadas pendientes reptan aquí y allá caseríos y los típicos hórreos sostenidos por cuatro espigones. También abundan vacas rubias y pías que pastan y mugen en las praderas de verde opulento.

        Es decir, que estamos en el mejor escenario para caer en la cuenta de que no todo es Castilla, que la tierra es grande, rica y variada, que el mundo es de muchas maneras, pero aún hay más, percibir que desde las llanuras sin fin se ven las cosas mejor y más claras que en ninguna otra parte, y en razón de ello son legión los que consideran que nuestro terruño es uno de los lugares bonitos e interesantes del universo.

             Besos y abrazos