Historias de toda una vida

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martes, 21 de enero de 2014

LOS ÁNGELES



LOS ÁNGELES

Valladolid... Enero 2004

         Adorables nietecitas María y Marina: ¿Habéis visto algún ángel? ¿Sabéis que los ángeles son un lujo de Dios que actúan  de intermediarios entre Él y los hombres, y que aunque invisibles aletean entre nosotros como bandada de golondrinas venidas de más allá del país de la magia, del reino de la indefinida felicidad, y que hacen sonar campanillas de plata sobre la cuna de los niños, por ello sonríen angelicalmente en sus sueños?

         Aunque la iconografía los describe con forma humana, los ángeles son espíritus de luz dotados de un cuerpo etéreo, incorpóreo, sublime. En torno del trono de Dios y de la Virgen revolotean rechiquitines renacuajillos de ángel, querubines sólo cabeza y alas, sin cuerpo.

         Según aseguran los más conspicuos teólogos hay ángeles para todos los menesteres, querubes desde los más humildes hasta los de máximo fuste. Mensajeros y guardianes, los hay que se cuidan de guiar por el azul del firmamento a las estrellas, los que mantienen activa la luz y el calor solar, los que se cuidan de que la luna crezca y se llene, mengüe y se vacíe alternativamente. Los ángeles encargados de formar las nubes y las tormentas están muy ocupados. Entre sus ocupaciones más importantes se encuentra la de servir la lluvia a la tierra cuando es menester y administrar los vientos soplando con los carrillos hinchados. A veces no les alcanza el tiempo para todo, de ahí las sequías pertinaces. Y cuando parecen ociosos juegan a los bolos saltando de nube en nube, que es cuando se organizan los truenos y los relámpagos.

         Ha habido, y continúan, grandes discusiones sobre cuántos ángeles caben en la punta de una aguja, y de especial manera sobre si los ángeles tienen o no sexo, si son niños y niñas.          Personalmente opino que sí, naturalmente, porque en las gloriosas pinturas en iglesias y catedrales se ven angelitos haciendo uso de la colita en el momento de hacer pis. Lo que nunca se ha visto ha sido angelita alguna en cuclillas en el instante de hacer pipís. Será, seguramente, porque ellas más modositas se cuidan mucho de evitarlo. Existe la teoría de que las ángelas, dicho más exactamente, serafinas, tienen cuatro alas, dos destinadas a volar, como los pájaros, y las otras dos para cubrir el culito.

         En el reino del cielo nos adjudican a cada uno de nosotros un ángel de la guarda que nuestras madres nos enseñan a encomendarnos: "Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día". Y, efectivamente, nos protegen de los peligros del mundo y hacen lo posible por conducirnos por caminos seguros. Con el ángel custodio al lado de la cuna del hijo, las madres confiadas sienten el dulce grato placer que produce saber que el niño cuidado paciente y amorosamente dormirá lleno de felices sueños.

         A unos más y a otras menos, pero a todos nos ha causado viva impresión la contemplación de la muy difundida litografía en la que un despreocupado jovencito juega corriendo y saltando por un prado no lejos de peñasco cortado casi en vertical y, de repente, sin aviso previo, empujado por  su talante impulsivo y fascinado por una tentadora flor situada al borde mismo del abismo, corre hacia ella desconociendo el peligro que ello supone pretender alcanzarla, se le ve sosteniéndose en la punta del pie, a punto de resbalar y caer en el barranco, en cuyo fondo bullen las agitadas aguas de un tumultuoso río. El buen ángel protector, con experiencia directa y dosis inagotable de prudencia y paciencia permanece en estado de alerta, y situado a su lado a la distancia mínima, para que con la voz del corazón susurrar al oído del niño, "no, por favor, no sigas". Sin la ayuda celestial del buen ángel enviado por Dios, la travesura hubiera tenido como inevitable desenlace final el despeñarse el niño por el precipicio. Todo queda en tenso y emocionante estremecimiento.

         Los ángeles son un misterio que encierra un misterio excitante, y quienes no creen en ellos nunca entenderán porqué ocurren asombrosas e inexplicables cosas.

         Jovencísimas y lindas nietas, sois las angelitas sostenedoras de la alegría del abuelo que os besa y abraza con cariño sin límites.