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martes, 3 de junio de 2014

EL MISTERIOSO RUIDO DE LAS OLAS



EL MISTERIOSO RUIDO DE LAS OLAS
Melilla 3 Junio de 2001

Querida hija: Rocío está de parranda  con sus amigas, María con su padre, Bruno con mirada lánguida y ladriditos me pide calle. Aunque es noche cerrada accedo y bajamos a pasear por la playa donde él, la encarnación de la alegría, corre que pierde el rabo corriendo tras los objetos que le arrojo lejos.
También a mí me resulta puro placer pasear por la orilla del mar, ¿razones? muchas, empezando porque al caminar alegremente los médicos lo comparan a una píldora mágica para la salud, y tan cierto es que claramente se nota que el corazón tranquilo y satisfecho palpita a ritmo de reloj suizo.
Ciertamente corretear descalzo por la arena húmeda cuando el sol ya ha emprendido graciosa huida y todo ha quedado oscuro y silencioso, sintiendo la caricia de la brisa marina, escuchando el misterioso ruido del oleaje y contemplar las luces que semejantes a diamantes se reflejan en el agua no supone únicamente  momentos de paz y tranquilidad, es algo más, es sentir la extraña e inefable sensación de algo así como si los susurros de las olas nos quisieran descubrir los misterios del mar.
A esas horas, rodeado del profundo misterio de la noche, la playa umbría y callada es el escenario ideal para contemplar mejor la bóveda celeste, que es como abrir una puerta hacia la magia y el arcano que Dios en su suprema superioridad ha ordenado poner ahí, y ante la cual uno se siente un microbio viviendo en un grano de arena.
Somos un profundo misterio, nuestro origen, según se asegura, está ligado directamente  a los astros, somos polvo de estrella, somos hijos de las estrellas. Del cielo surgió la materia que somos, a partir de su energía y en el momento que se dieron las condiciones necesarias se crearon esas ínfimas partículas, átomos, moléculas y células que constituyen nuestro cuerpo.
Y aquí pongo punto en boca porque me estoy liando. Pero, hija, no tanto que no pueda asegurar que Melilla no es Cornón. Bueno, lo que realmente quiero decir es que su firmamento no es aquella magna fiesta de estrellas titilantes y citilantes, aunque sí lo bastante maravillosa para lograr que estreche más los lazos con el cielo.
Besos y abrazos