Historias de toda una vida

Cartas que agrada recibir

martes, 23 de noviembre de 2010

AUTORRETRATO

        A este "Autorretrato" que me envía el Yayo Félix como añadidura diré, que a sus 89 años y 11 meses (el presume de 90) sigue aprendiendo para enseñar, escribiendo para no olvidar, leyendo para recordar, cocinando como afición y manejando el ordenador para sus escritos igual o mejor que cualquier quinceño.

    Valladolid, 23 de noviembre de 2010

Rebeca, querida nieta: Sócrates, ya sabes, ese antañón griego con mucho “taliento en el celebro” aconsejaba conocerse uno así mismo. Pues bien, he escuchado su advertencia y me he colado dentro de mí mismo, hasta el centro de mi ser para hacerme un autorretrato y siento decir que el resultado no es por entero satisfactorio, le falta, le falta mucho, pero como a mi edad no voy a cambiar, me acepto como soy, un cascarrabias sensible y sentimental, tan fácil a la emoción que a la mínima se me saltan las lágrimas, lo que tampoco es que me avergüence de ello, porque los hombre de pelo en pecho también lloran.
Pero eso sí, devoto de mis nietos y orgulloso de mis hijos. Me ocurre lo que en general a todos los padres, que los hijos y los nietos son el motor de nuestra vida. A mí ser padre de media docena de buenos hijos es lo más maravilloso que me ha ocurrido en este mundo.
Tengo el honor y el privilegio de contar con muchos amigos, de los que quiero ser muy amigo, porque tengo claro que las amistades nos alegran la vida, nos ayudan a vivir.
Para decirlo todo de una vez, soy un buen hombre, siendo más explícito, un excelente Juan Lanas que se deja manipular fácilmente el cerebro, de manera especial por mi santa mujer, pero como digo uno, digo otro, soy un individuo de gustos sencillos que en la mesa lo hago bastante bien, me gusta el lechazo asado, las cocochas, las sopas de ajo, el buen jamón y el vino bueno…Por lo demás me declaro patoso, me reconozco un manazas  con las nuevas tecnologías, tele, video, ordenador, que por poner un ejemplo de plena actualidad, ahora mismo me está detectando una amenaza con el nombre de Troyano Generic HNG. ¿Qué hago? En la fase, digamos, “intelectual” soy un gran escribidor de cartas cursis, cursis, cursis…
En tocante a lo físico, gracias a Dios, bien, bastante bien, tirando a muy bien a no ser por el incordio de la raspa que la tengo hecha purpurina y que ella me tiene a mí encorvado y caminando más lento que el caballo del malo. Pero cómo quejarme si ya noventón y veo bien, no oigo mal, el corazón palpita a buen ritmo, el estómago fenomenal, pues  si le echo cantos rodados, los mismo que digiere, por añadidura no me entero si tengo riñones, ni hígado, ni bazo ni nada de todo eso. Ah, el vientre como un reloj suizo y los pulmones como un toro. Bueno, la memoria con algún que otro fallo… O séase, que soy un vejete que aún dice: mientras haya fulminante, fuego y adelante
                                Adiós, besos.

                                      Félix