HOY EL
CIELO Y LA TIERRA ME SONRÍEN
Valladolid 27 de Julio
de 2009
Hoy, María, como diría Bécquer, el cielo y la tierra me
sonríen, porque habéis venido, porque has llegado y no hay mejor motivo para la
alegría, de esa alegría que es la mayor satisfacción que puede darnos la vida,
y como quien tiene alegría lo tiene todo, no me falta nada. Es más, como estoy
contento, placenteramente, quiero destacar los más entrañables rasgos de tu
personalidad que redescubro al echarte la vista encima: muchachita graciosa de
cara, de actitud y de movimientos, amable carácter, voz de caramelo, lista, con
una inteligencia que sabe reír y es capaz de sentir simpatía por la alegría de
los demás. Y por añadidura, a tu lado, con el tesoro de tu juventud aún
intacto, aunque viejito, noto que todavía gozo de cierto espíritu juvenil.
Pero, jovencita, ¡ojo! Que no soy de los que quieren ser los
mejores amigos de sus hijos y nietos, yo que pretendo ser un abuelo cual
corresponde, he de ser un poco cargante y pesado con mis consejos. Por ejemplo,
exhortándote a que tengas confianza en ti misma, en tu inteligencia que te hará
aún mejor de lo que eres, en tu capacidad de querer con lo que lograrás buenas
amistades. Un buen amigo es un auténtico tesoro.
Einstein decía que dos
cosas son infinitas, el universo y la estupidez humana. Por supuesto, existen
diversas clases de imbéciles, pero del que yo quiero hablarte es del moralmente
imbécil, del que no tiene la conciencia limpia, del que sólo piensa de sí mismo
y salvo que obtenga algún beneficio, a los demás que los pille el toro.
Me atrevería a decir que existen dos clases de egoísmos, éste
del que hablo, al que pertenecen los que
no se hartan de todo aquello que sienta mal: odio, envidia, ambición desmedida,
caprichos, injusticias…por lo que no despierta cariño ni amistad; los que
gustan de hacer a los demás lo que detestan que les hagan a ellos y ni se
enteran de que el mal que hacen a los otros se lo hacen también a ellos. Para
decirlo todo de una vez: los que quieren ser egoístas pero no saben, creen
quererse mucho, pero lo hacen tal mal que se estropean voluntariamente y
terminan portándose como si fueran su peor enemigo.
María de mi corazón, ¡por nada del mundo seas una de ellos!
Inscríbete en el grupo de los de comportamiento limpio y recto, los que se
distinguen por lo exquisito de su conciencia ética. En realidad, egoísta, el
auténtico egoísta es quien de verdad
sabe lo que le conviene para vivir bien y se esfuerza por conseguirlo. Quiere
lo mejor para él, vivir maravillosamente, pero con pura generosidad, deseando
para los otros igual, exactamente lo mismo, teniendo muy presente que todo lo
que haga a favor de los demás le favorece igualmente también a él. Bien sabido
es que el premio de toda buena obra es haberla realizado.
Cada día que amanece es el primero para algunos, para otros el último, y para la
mayoría un día más sin dejar huellas. Tú, María, no lo desperdicies,
aprovéchalo para ser feliz y hacer dichosos a los demás.
Queridísima nieta, ten muy presente que todo lo que conduce a
la alegría tiene justificación y lo que lo aleja es camino equivocado.
Te beso, abrazo y deseo para mí, para ti y absolutamente para
todos, una vida intensamente grata.
El abuelo