HOMO SAPIENS
Valladolid
a 11 de Julio de 2001
Hijos
míos: Uno de vuestros retoños, no recuerdo exactamente quién, pero eso sí, con
la condición de todos los niños de coser a preguntas a los abuelos poniéndolos
en grandes aprietos, a boca de jarro me interrogó un día.
-Yayo,
¿descendemos del mono?
No
guardo en la memoria la explicación en aquel momento, hoy así aclararía el
embrollo:
¿Del
mono? !Uy!, pues veras, eso dicen, y para algunos la cuestión está difusa, muy
confusa; para otros, los seguidores del gran Darwin, meridianamente clara,
proclaman que los misterios del origen del hombre ya no son ningún secreto, el
eslabón perdido ha sido hallado, la incógnita despejada: Somos ex simios. Esto
no significa necesariamente que todos descendamos del antropoide en el mismo
grado, en igual media. En algunos el gran cambiazo se les nota que es reciente.
Es más puede asegurarse hay monos que son más humanos que ciertos hombres, y
hombres que son más monos que muchos primates.
Bueno
pero vamos a los hechos que ocurrieron, lo sé sin el menor resquicio de
duda, sobre poco más o menos, de la
siguiente guisa:
Un mono simpático y vivaracho,
pero a la vez algo desmañado, hacía el oso saltando de rama en rama sobre el
árbol genealógico de las especies animales, viejo como el mundo, de pronto
chascó la madera dando con el cuadrúpedo en tierra. Afortunada caída, puesto
que chiripudamente aterrizó de pie sano y salvo. Por la fuerza del impulso del
cachiporrazo salió corriendo en plan bípedo. Lo verdaderamente sorprendente
viene ahora: a lo que parece le hizo gracia al chango la novedad de correr en
posición erguida y siguió trotando sobre las patas traseras, dando gritos
guturales y aporreándose el pecho con
los puños a la manera de Tarzán.
Es para dejar pasmado y
haciéndose cruces a cualquiera lo simple y natural que resulta a veces las
cosas más complejas y trascendentes, puesto que en virtud de un hecho tan trivial surgió nada más y nada menos que la
aparición del "Homo
erectus" del que derivó el
"Homo hábilis" para rematar en la especie llamada "Homo
sapiens", o sea nosotros.
Casi nada, el rey de la creación,
como nos gusta proclamarnos. Aunque diré lo que se suele decir, la más sublime
y abominable criatura que pisa el Universo, porque a veces- muchas veces-
cuando descarga su conducta agresiva, más que monos somos ratas, imbéciles
gusanos.
Ni que
decir tiene que personalisimamente no necesito conjeturar con excesiva lógica
para desear contar como antepasados con el ingenuo Adán y la pizpireta Eva en
lugar de un animal de especie inferior como el susodicho subhumano. ¡Qué diferencia!
Apretados
abrazos de este hombre-mono que es vuestro padre.
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