Historias de toda una vida

Cartas que agrada recibir

viernes, 11 de julio de 2014

LA TELE Y YO



LA TELE Y YO
Valladolid 23 de Julio de 2001

Queridos  hijos: La tele y yo, ni yo para ella ni ella para mí, pero si alguna vez me paro un momento para mirarla, enseguida salgo haciendo fu,  pensando que lo mejor hubiera sido no haberme parado con lo sorprendido que quedo con la cantidad de sucesos que cuenta el chismarraco y la minuciosa atención que dedica a cada uno de ellos, con especial preferencia a los que derraman sangre por un tubo, demostrando el mal gusto de la gente y la poca imaginación de los meros gallos que la programan.
Pulsas el botón de encendido y empieza el baile, con el consabido estilo catastrófico te inundan de  gotas frías, desbordamientos, ciclones desbastadores, corrimientos de tierra, temblores...y además de tanto fenómeno dañino cuenta que entre gitanos y payos se organiza la gran camorra con el resultado de el suelo empapado de  glóbulos rojos; en otro lugar cualquiera un individuo cose a puñaladas a su compañera y a la madre de ésta, suicidándose después  en presencia de sus  hijos; un  abuelete muere achicharrado en su casa donde vivía solo; una madre abandona a su hijo recién nacido en un contenedor de basura; un niño de tres años cae al Manzanares sin apenas consecuencias porque el famoso río no lleva agua ni para ahogar a un pajarito; a una quinceañera la asesina por la espalda un desconocido sin razón ni motivo... y todo esto lo repiten desde todos los planos y distintos puntos de vista, interrogando  a la portera, a una vecina, a un señor que fue el primero que lo vió y se explica sólo regular porque tartamudea enseñando un único diente.
Ciertamente son cosas de interés general, interesan únicamente a los parientes y al corro de curiosos, pero claro, se trata de excitar el morbo de la gente y de llenar las pantallas de telebasura.
¿Es que no hay en el mundo cosa de mayor deleite y entretenimiento? ¡Jo, qué tropa!

Paternales besos y abrazos

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