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viernes, 11 de julio de 2014

VINCULO MISTOSO



VINCULO MISTOSO
Valladolid 28 de julio de 2001
Queridos hijos: Es temprano, la mañana tibia y luminosa invita a pasear y lo hago ascendiendo por la cuesta del psiquiátrico, que como bien conocéis ofrece amplio y singular paisaje. Pues bien, entre alegres colores y el denso olor a hierbas silvestres me he sentido un poco naturaleza, como metido en ella gozando de la belleza de que está llena.
Pondré como ejemplo dos prodigios menores, pero que ciertamente constituyen, así me lo parece, obras maestras de la madre Naturaleza: una rosa y una mariposa, dos pequeñas y frágiles existencias que tanto por separado como formando conjunto poseen una belleza y un encanto que asombra y emociona. Y no es lo más maravilloso, con serlo tanto, esa sencilla y primorosa belleza, sino el portento de que existan, que el mundo esté lleno de ellas.

Llego a lo más alto jadeando y me siento al pie de un rosal y a la altura de los ojos me queda una de sus rosas de encendido color rojo. Contemplándola con detenimiento  me admiro de lo portentosamente que está planeado todo en ella, color, olor, estructura: las capas de pétalos, sépalos, estambres, pistilo...Pero, pienso para mí, ¿la encantadora flor desarrolla el color y el olor para recreo de nuestros ojos y olfato?  La respuesta está a la vista, la rosa luce su mejor sonrisa, sus mejores galas, impregna el aire con delicado aroma  para seducir a una mariposa aventurera que ataviada con tan desbordante policromía que parece llegada del arco iris y flotando veleidosa, sinuosa, excéntrica, avanza a la deriva en vuelo quebradiza, aparentemente caprichoso, pero que no lo es absoluto, porque estremecida por el rutilante color y el excitante olor de la embaucadora flor cae en el vistoso y oloroso señuelo y con alas temblorosas se posa sobre ella.

Encantado, y hasta con cierta sensación de prodigio he asistido al jugueteo jubiloso que protagonizan las dos estrellas del espectáculo. La flor con su llamativo color e intenso aroma  hace ineludible la visita de la mariposa. Ambas encuentran rentable el encuentro. Entre la  rosa y el insecto se desarrolla un estrecho y productivo vínculo amistoso, una asociación de la que entre ambas sacan sustancial provecho. La flor interesada con fines reproductivos, asegura la permanencia de la especie, despliega ante la fantasiosa mariposa todos sus refinados dones, a la par que ésta, al libar el abundante y suculento néctar trasiega el polen fecundador. Así de sencillo y portentoso resulta la entrañable amistad entre flores y mariposas.

Felicísimos días, hijos, llenos de supremo regocijo os desea vuestro padre

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