VINCULO MISTOSO
Valladolid 28 de julio de 2001
Queridos hijos: Es temprano, la
mañana tibia y luminosa invita a pasear y lo hago ascendiendo por la cuesta del
psiquiátrico, que como bien conocéis ofrece amplio y singular paisaje. Pues
bien, entre alegres colores y el denso olor a hierbas silvestres me he sentido
un poco naturaleza, como metido en ella gozando de la belleza de que está
llena.
Pondré como ejemplo dos prodigios
menores, pero que ciertamente constituyen, así me lo parece, obras maestras de
la madre Naturaleza: una rosa y una mariposa, dos pequeñas y frágiles
existencias que tanto por separado como formando conjunto poseen una belleza y
un encanto que asombra y emociona. Y no es lo más maravilloso, con serlo tanto,
esa sencilla y primorosa belleza, sino el portento de que existan, que el mundo
esté lleno de ellas.
Llego a lo más alto jadeando y me
siento al pie de un rosal y a la altura de los ojos me queda una de sus rosas
de encendido color rojo. Contemplándola con detenimiento me admiro de lo portentosamente que está
planeado todo en ella, color, olor, estructura: las capas de pétalos, sépalos,
estambres, pistilo...Pero, pienso para mí, ¿la encantadora flor desarrolla el
color y el olor para recreo de nuestros ojos y olfato? La respuesta está a la vista, la rosa luce su
mejor sonrisa, sus mejores galas, impregna el aire con delicado aroma para seducir a una mariposa aventurera que
ataviada con tan desbordante policromía que parece llegada del arco iris y
flotando veleidosa, sinuosa, excéntrica, avanza a la deriva en vuelo
quebradiza, aparentemente caprichoso, pero que no lo es absoluto, porque
estremecida por el rutilante color y el excitante olor de la embaucadora flor
cae en el vistoso y oloroso señuelo y con alas temblorosas se posa sobre ella.
Encantado, y hasta con cierta
sensación de prodigio he asistido al jugueteo jubiloso que protagonizan las dos
estrellas del espectáculo. La flor con su llamativo color e intenso aroma hace ineludible la visita de la mariposa.
Ambas encuentran rentable el encuentro. Entre la rosa y el insecto se desarrolla un estrecho y
productivo vínculo amistoso, una asociación de la que entre ambas sacan
sustancial provecho. La flor interesada con fines reproductivos, asegura la
permanencia de la especie, despliega ante la fantasiosa mariposa todos sus
refinados dones, a la par que ésta, al libar el abundante y suculento néctar
trasiega el polen fecundador. Así de sencillo y portentoso resulta la
entrañable amistad entre flores y mariposas.
Felicísimos días, hijos, llenos de
supremo regocijo os desea vuestro padre
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