RAYOS
Y TRUENOS
Valladolid 31 de Julio 2001
Queridos hijos: Si cuando Dios hizo el mundo me
hubiera llamado a mí para decirme: "Haz tú las nubes", no es que
hubiera enmendado la plana al Creador, que eso no, porque cómo superar el
portentoso espectáculo de un rebaño de nubes ampulosas y cambiantes adornando
el cielo y, por añadidura, amiguísimas del hombre, nos traen el vital beneficio
de la lluvia, pero en lo que sí hubiera osado meter mano, borrándolas del
firmamento, es a esos furiosos
nubarrones negros responsables de huracanes y gotas frías que tan gravísimos
disgustos causan por doquier.
Otro fenómeno atmosférico del que también hubiera
hecho borrón y cuenta nueva es de los electro meteoros, peligrosos como ninguna
otra cosa, primero por la frecuencia con que se producen, puesto que son
cincuenta mil las tormentas que diariamente se desatan, produciendo nada más y
más nada menos que ocho millones de descargas de rayos y centellas, lo que
significa que cien relámpagos por segundo
golpean algún lugar del mundo.
Todos sabemos, más o menos, que los rayos son chispas eléctricas que
saltan de una nube a otra, o de una nube a la tierra. Los rayos no nacen en
cualquier nubecilla inocente, sino en un tipo muy concreto denominado
cumulonimbo y los asustadizos rayos en el interior de estos locos celestes, convirtiéndoles en una pila con el polo
positivo en la parte alta y el negativo en la base.
Bueno, el caso es que el rayo es un salto de millones de electrones, o
sea, para entendernos, de cargas negativas que brincaran la tierra atraídas por
la carga positiva de ésta. Los estrepitosos truenos que les acompañan es el
sonido generado por la explosión del aire en razón del terrible calor del rayo,
cuya potencia es variable, pero que en ocasiones supera los cien millones de
volteos, ¡qué burrada!
El fragor y el fulgor, la fiesta pirotécnica que
frecuentemente se organizan estas noches con tormentas veraniegas son tan
espectaculares como peligrosas, porque morir partido por un rayo es una
fatalidad más frecuente que lo que se piensa, dado que cada año se llevan por
delante a no menos de un par de docena de españolitos.
Sin embargo los rayos no siempre fulminan a quienes
le caen encima, se dan casos insólitos de existir "repetidores" que
han sobrevivido, no a un chispazo, sino a dos y a más. Se cuenta de un
guardabosque americano que ostenta el nada agradable récord de haber superado
el golpe de siete calambrazos. Eso es aguante.
Bien, hijos, ante tal realidad, ¿hubiera hecho bien,
mal o regular eliminando los cumulonimbos, esos diablos del cielo?
Besos
y abrazos
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