ATALAYA PRIVILEGIADA
Valladolid 9 de Julio de 2001
Queridos hijos: Pues
eso. Que estamos en pleno verano y en las tardes largas y luminosas que la hora
oficial alarga más allá de los límites del día, los asientos del paseo de
Zorrilla se convierten en una atalaya privilegiada para sentir la grata
sensación de que ves pasar la vida. Situado en el estratégico observatorio al
acecho del desfile de todo lo que pasa por delante, que es mucho, ya que desde
la “Academia al Corte Inglés” transita toda una estupenda colección de
personajes, todas las facetas de la condición humana, lo que da motivo para que
a veces sientas admiración, otras mueve a risas, otras causan pena, y otras te
sientes solidario y cercano, porque desfilan la vanidad, la juventud, la
decadencia, el amor, la soledad, la miseria, la locura...
Lo primero que se hace
notar es el elevado número de personas mayores que toman el fresco sosegada y
moderadamente felices. Un joven matrimonio pasea con orgullo paternal su par de
hijos gemelos en un original carricoches doble.
Pasean la calle un par
de gitanas, repeinadas sus espesas y
negras cabelleras, arrogantemente guapas, pero sin despertar tanto la atención
como una tercera, no gitana, una señora espectacular, tremenda, con andares de
top model, clic, clac, un golpe de cadera
a la derecha, golpe de cadera a la izquierda. Es ahora un ciudadano
cincuentón grueso y bajito a quien se le
nota la satisfacción de sí mismos, que un tanto estrafalario pasea arriba y
abajo con camisa floreada, pantalón corto y sandalia luciendo ufano sus pilosas piernas.
Estira las suyas un
joven gordo con camiseta de Jurassic Park y otro delgado con téjanos, camisa a
cuadros y un peine en el bolso del pantalón. Tras ellos pasa un corazón
solitario conversando animadamente con sus propios fantasmas. No faltan los
movilmaniáticos que con el cacharrito pegado a la oreja van largando en voz
alta su bla, bla, bla.
Se acerca un mendigo que con cara anodina y sonrisa
menesterosa pide para comer. La música, dicen que decía Platón, hace mejores a las personas,
pero el saxofonista que en la esquina
desafina como un descosido tocando machaconamente la cancioncilla "cada
vez que te miro...", más bien cabrea un poco.
En el banco contiguo han tomado asiento un
matrimonio mayor con un jovencísimo nieto, un querubín rubio, muy guapo,
incansable juguetón con hablares llenos de gracia, extraordinaria gracia,
andares cómicos, torpes, pero tan vivaracho que son continuas sus travesuras
para preocupación de la abuela y orgullo del abuelo.
Desfilan como conquistando la luz y la alegría un
nutrido grupo de jóvenes supernenas con microfaldas que enseñan las braguitas,
esto unas, otras con faldas que ocultan los tobillos. Pasan también unas
veinteañeras guapas naturales, arrogantes mozallonas que con aire de
superioridad y aureola de triunfo pisan fuerte, como si no fuesen a envejecer
nunca.
Es grande ser y estar lleno de vida, pero sin
olvidar que la juventud no es eterna y también los jóvenes terminarán en viejos
fósiles no pasando mucho tiempo. Cruzan meteóricamente entre la gente varios
muchachos haciendo temerarias virguerías con los patines. Pero el mejor de la
serie es un fulano inofensivo, pero
raro y desconcertante, por mejor
decir, un loco, o sea, uno que está majareta perdido, pues ya sesentón y con
medios económicos suficientes para pasarla regular, pero ve tú a saber qué
problema personal le afecta para que lleve una vida por entero anormal, pasando
los días arrastrando trabajosamente por las calles sus pertenencias guardadas
en cajas de cartón que protege amarrándolas con cuerdas de árbol en árbol, y
las noches, sea invierno o verano, haga el clima que haga, durmiendo en el
quicio de cualquier puerta. Es que, como se suele decir, quien no puede ser
otra cosa, es lo que es.
Ya lo veis, colegas,
me faltan ojos para ver tanta gente que pasa, parece que todos
persiguiendo lo mismo, pero cada uno va a lo suyo, pero eso sí, aprovechando
los días más largos del año y la hora de mayor apogeo, la calle se llena de
vida y de gente que desea disfrutarla.
Que os vaya bonito y seáis felices