Historias de toda una vida

Cartas que agrada recibir

domingo, 5 de junio de 2011

VERDAD O MENTIRA

He encontrado en los archivos “Las cartas del Yayo Félix”, ésta, dividida en dos actos que publicaré de una sola “tacada” para que el lector no tenga que esperar a mañana para saber más de esta historia verdadera o con mentiras tan grandes como imaginación se le quiera echar.
La fecha aproximada sería febrero de 2001. Diez añitos de vellón le ha costado ver la luz a este escrito, que comento -como suele ser costumbre- delante del relato, carta o “entrada al Blog”.

Puedo imaginar “al fondo de la barra” ocupada cada mañana por un discreto espectador; hombre enjuto, parco en palabras, que emplea su tiempo libre en reflejar –como anuncios  publicitarios, que en pocas palabras –o imágenes- dicen mucho-; retazos cortos de la vida de quienes entran y salen; algunos sin reparar en él.
         No inventa nada; observa, escribe, describe, da cortos sorbos a su copa y saborea sus propias conclusiones. Llegado el momento, recoge sus bártulos y abandona su atalaya para regresar mañana a la misma hora, sentarse en el mismo lugar, mirar por encima de sus gafas de vista cansada a la misma gente y escribir, escribir, escribir… sin hacer mal a nadie. Gritando sus silencios, acompañando sus soledades y llenando sus horas de imaginación y bienestar… ¿Verdad o mentira?

VERDAD O MENTIRA I
   
  (Fecha aproximada  febrero de 2001)





De la cafetería San Pedro, sita en una ciudad de Castilla, al lado de una gran superficie:

El primero es el gerente de la cafetería, hombre de mucha mano izquierda, hombre de saber capear el temporal, como suele decirse,  y que sabe guardas los secretos que llegan a sus oídos de los muchos clientes que guardan secretos a voces. Unos, los menos, le dan dinero a guardar -como la famosa hucha de uno de sus clientes- otros -o el mismo- huyen de las carnes prietas; seguiremos contando dimes y diretes, pero hay que dar paso a otro personaje que está esperando a la punta del bolígrafo para ser caricaturizado por este probo, humilde y poco versado en el arte de Quevedo.                 
        
Un importante miembro del clan de los asiduos a esta cafetería San Pedro es el célebre coronel de ingenieros, al cual  Dios le ha dotado de una lengua viperina, como acontece con todos sus paisanos, los asturianos.
Lo mismo se hace sus necesidades en el de Arriba que dice pegar cuatro oleas al de al lado. Este personaje no hace más que poner su pie derecho en el quicio de la puerta, pues no va a entrar con el izquierdo, sería esto de mala pata y él no la tiene; cuando divisa allá en el fondo de la cafetería encaramado en su taburete a este probo ayudante de notario para dar fe de todos los acontecimientos y vicisitudes que se dan en  aqueste lugar, que diría Sancho, y dando un grito dice:

-                        Buenas tardes Sr. Barón, y si el día corresponde al jueves, añadirá: mañana me voy a la finca, añadiendo y dirigiéndose al dueño del establecimiento: "Pepe", dame un descafeinado, y un chupito y de paso un cigarrillo.
         El director del banco de Pacífico asoma la gaita  mañana y tarde por San Pedro, como diciendo a quién le sobra un duro para aumentar los reales de vellón  que se amontonan en su caja fuerte. Es amigo de sus amigos, y sobre todo de Perico  que está montado en el dólar. Está detrás del que suscribe, pero no se entrega, es más duro que el alcoyano.

         El siguiente personaje -al  que llamaremos "Geógrafo"- afirma que se juega su mano derecha a que Santa Pola no tiene mar, que éste se encuentra a una distancia del pueblo de lo menos 25 kilómetros.
         -Usted si que sabe,  señor Geógrafo.
         Yoyo es un personaje más ancho que largo, una gran persona, se le conoce como vendedor de maquinas de café; el hombre quiere quedar bien con amigos y no lo consigue, pues cada vez que quiere invitar a alguno, Pepe, el gerente de la cafetería se mete por medio diciendo a la persona que Yoyo deseaba invitar: “¿Qué,  le pongo un zumo?” Y Yoyo escapa como si le llevara el diablo, dejando a medio escanciar su clarete.
        
Otro miembro de este clan tan pinturero es el bodeguero, este personaje es callado, educado, no dice una palabra de más, sabe mucho de su negocio y nunca alardea de nada, no se aparta de invitar cuando le corresponde.
         Cuando la moza de las carnes prietas -como dice Pepe- está a punto de aparecer, al niño se le pone la cara gris y sin expresión, como cuando uno padece colitis aguda, eso es como cuando hace uno agua manchada, que no da tiempo a tirar  los pantalones, eso que uno se tira un cuesco, también llamado pedo y este nace húmedo, en este momento es cuando el joven huye de la quema dejando a Pepe con la boca abierta.
         El “Corrientes” al que me estoy refiriendo, no es ningún bandolero de Sierra Morena, ni de la Sierra Montaraz de Ronda, sino que me estoy refiriendo a un publicista, en toda la expresión de la palabra.
Se está haciendo un hombre dentro del difícil campo de la publicidad, donde el estudio del Marketin, se utiliza para destrozar al adversario como dicen los ingleses, meter al enemigo en el cornet, esto es en términos del vulgo, destrozar al contrario, pues bien, ahí se encuentra nuestro amigo luchando por sobrevivir entre esos hampones. Ha comenzado a introducir en este campo a mi retoño más versado en el arte de la cama que en el de la moderna y cambiante informática. A ver si entre  los dos conseguís formar una sólida empresa.
         El  “Corrientes” se pasa durante el día varias veces por San Pedro invitando -si se encuentra en ella- al vernos.

Toca ahora dibujar al siguiente personaje, es el Director General del Banco del Pacífico, este es el hombre.
         Todas las mañanas y en varias ocasiones, al igual que los siameses, entran junticos, como diría un murciano, el contramaestre de Fasa y el fogonero del que dicen las malas lenguas que, en cierta ocasión envistió con su flamante Santa Fe, a un montón de ovejas; el pobre pastor, aseguran los malcriados, que apareció encaramado sobre el pito de la locomotora. Estos se dedican a escanciar sendos campanos del buen clarete del que guarda para sus amigos el bueno de Pepe.
        
El gran Perico, señora y  perros, éste maragato, ella vallisoletana, él arquitecto, ella profesora, los perros,  uno normal y el otro un sádico salvaje, cada vez que éste ve al que está haciendo de pasante de notaría, se le llena la boca de espuma, que se le escurre entre los colmillos, y no comprendo si es de cariño o de darme un buen bocado, como no me fío de este fiera, lo que hago es dejar un buen espacio entre el "can" y mi querida persona.
         Perico es un incansable trotamundos, lo mismo se mete entre pecho y espalda un medio de Gin que te suelta un consejo. A mí  me suena como si nos encontráramos en la cocina invernal hogareña de un pueblo de los montes de León o algún punto perdido de la sierra cacereña, escuchando la voz del abuelo. Gracias  al gran Perico -el que suscribe se ha tomado la obligación de dar- en estas pobres  líneas, que espero sirvan para algo, sea mentira o verdad.
         El Candelas y su perro "MAN"; esta persona tiene un perro que más que un can, es un esbozo de perro, como los que presentaban en tiempos de los romanos... los pueblos subyugados por estos para conocer los habitantes que poblaban el imperio; pues bien, es un esbozo con pelos que si se los quitan no llega a la categoría de can, se queda entre éste y el gato recién nacido.
El Candelas es un hombre que calza largo, pues es de buena estatura, en este momento está haciendo más historia que  Francisco Pizarro, pues pierde el seso por una morenita bajita, esto es lo que se llama hacer patria, se encuentra bastante alicaído por la enfermedad del padre y los achaques de la madre, bien sabe Dios que este pasante de notario desea que se solucionen sus problemas, para que pueda formalizar sus apetencias amorosas. Este personaje entra en San Pedro, se encarama en un taburete, sienta en sus piernas al  Man y entonces es cuando se aproxima el Barón para hacer rabiar al perrillo, el cual aguanta estoicamente todas las judiadas que le hace…
 
VERDAD O MENTIRA II

Un día  cualquiera en la vida de la cafetería San Pedro


Amanece un día espléndido en la vieja Castilla, el gerente, Pepe, está enfrascado en la limpieza de la barra y sus aledaños, para comenzar un día más de su trabajo. El primero que aparece es Yoyo pidiendo un clarete de  los que tiene Pepe para los amigos y como es su costumbre, deja la copa sin una gota y sin decir palabra, al igual que entró en la cafetería, sale como si de un fantasma se tratara, sólo ha dicho buenos días y hasta otra.
         Seguido aparecen los dos siameses, el contramaestre de Fasa y el fogonero, éste que sentó a un pastor en “El Pito” sobre el pito de la locomotora, el contramaestre pide un claro y el fogonero un café; están hablando del coche tan bueno que por mediación del contramaestre, -antiguo empleado de Fasa- sacó para su amigo.

Son las once y media de la mañana, aparece el Barón y pide un descafeinado;  Pepe, a mayores  le obsequia con un cigarrillo. Pepe le dice sonriente: “¿Qué tal  va la obra?” “Bien -le contesta el Barón-. Está muy adelantada; me voy  Pepe, haber si bajo un rato al gimnasio, llevo días sin hacer nada”. En esto que aparece el Geógrafo, con su sonrisa de oreja a oreja, y el Barón según sale le dice: ten cuidado con el mar que lo mismo aparece por el  Pisuerga, ojo no te mojes.
         Y así va transcurriendo la mañana, Pepe sigue escanciando zumos, vinos y cafés y a la vez va limpiando, la parte superior de la barra que la tiene como copa de altar mayor y reponiendo la vajilla en la máquina de lavar copas y otros enseres.
Pepe no se permite una gota de polvo, ni un pelo, al igual que su persona que emana limpieza por todos los poros, con su camisa de manga corta pulcra, su corbata sujeta con el pasador y su chaleco, así quiere él tener toda la cafetería, que reluzca más que el sol.
Hoy es un día grande de trabajo, por la tarde a las cinco gran festejo taurino, un mano a mano " El  Jula"  y el "Curri Romera", dos estilos totalmente opuestos, uno, el segundo, clásico; si le sale bien la tarde, es un buen día de sol, y el día esta apacible y que no le coja miedo al morlaco, entonces es cuando puede cuajar una buena faena, que para los curristas siempre será mucho mejor.  El primero todo esplendor en la arena, “El Jula” es el primero en el escalafón, éste con 17 años, aquel con 65, en fin que Dios reparta suerte. Y después de este evento, otro acontecimiento, si cabe más importante que el primero, a las ocho de la tarde, el gran choque, la gran rivalidad, el  gran partido: Barcelona - Real Madrid, en el campo de la Ciudad Condal; el Barça sale como favorito, aunque esto hay que verlo, pues el Madrid se crece ante rivales más fuertes, y si no que se lo digan a los equipos europeos y que han ido cayendo todos bajo el implacable juego de las botas de Raúl.
         Ahí queda eso, la cafetería ya está preparada para la corrida, en el pequeño reservado con los carteles en todas las mesas "reservado", para que tomen asiento los incondicionales.  Ya esta Corrientes en su taburete, rodeado por sus dos incondicionales, el Candelas y el  Gran Perico, estos además de ser "Julistas" de pro, son defensores a ultranza de los colores del Barça, mal que pierda, como dicen los seguidores del Betis.
Así están las cosas cuando dan las cinco en el reloj de todos: se abren los portones, los portones que dan acceso a la arena caliente y aparece “Curra Romera” y “El  Jula”. El primero andando con la majestad de los Faraones, el segundo con la sencillez de la juventud, pues civilmente aun no es mayor de edad, aunque la mayoría le viene rematando con creces todas las tardes, con su sonrisa de oreja a oreja, engaña a la parca tanto con sus quites, sus banderillas y su forma inédita de templar los naturales, o matar dejándose caer entre las astas del resabiado, del morlaco… me he detenido un poco demasiado con “El Jula".
Ahora hablaremos un poco del "Curra" y los curristas en el momento que éste ponía el pie en la plaza, sólo hacían que aplaudirle, estaba tan a gusto en el burladero, hasta que sonaron los clarines y el animal aparece en la arena, tantas veces de sangre teñida, con tantas ganas como tenía “El Curra”, se miraron cara a cara, el toro salió despavorido hacia el otro lado de la plaza, sin hacer caso de los capotes de los peones y del Curra, que esta tarde bajo los rayos del sol implacable de agosto cuajó una labor meritoria y le concedieron las dos orejas; “El  Jula" salió a  hombros, así termino esta tarde taurina: con división de opiniones.

Los tres puritanos no cabían en sus camisas de gozo, ahora a esperar el partido, haber si el Barça era capaz de ganar al Madrid. Se tomaron sendos medios con ginebra y de esta forma comenzó el partido, que después de muchas faltas, tarjetas amarillas y empujones, terminó con empate a uno, quedando pendiente la eliminatoria del partido en el campo del Real Madrid… Unos Barça, Barça, y otros ala Madrid, ala Madrid, así termina el día de gran trabajo para Pepe, que aún le queda una hora para “recoger lo más gordo”, mañana será otro día.

          
    ¡BUENAS  NOCHES!