Historias de toda una vida

Cartas que agrada recibir

martes, 8 de febrero de 2011

LA MORCILLA

La boquita agua se me hace de pensar en esas morcillas que hacía mi abuela Felisa y que ahora con idéntica receta y retoques “modernos” en la elaboración tomo de cuando en cuando si me las regalan artesanal y familiarmente preparadas.
Alguna vez las compro, pero al ser hechas para la venta, les falta el amor con que las hacía mi abuela y el sabor ya no es ni parecido.
Las de Alaejos no llevan arroz, sólo pan, cebolla, sangre, sal, y alguna que otra especia que ni idea tengo.
Se embuchaban en la tripa gorda del cerdo a mano con un pequeño embudo y el dedo gordo empujando todo el amasijo. Así eran las morcillas de “puerco” -manjar donde los haya- y si al cocerlas alguna se reventaba, dejaba posos en la olla y se tomaban bebidas… mmmmmmmmm ¡¡qué arrapas!! También se embuchaban en tripas más delgadas para dejarlas secar con el resto de chorizos, lomos, salchichones, morcones, entrecuesto… y éstas se degustan en rodajas como el mejor de los chorizos ibéricos o acompañando al resto de “avíos” del cocido con garbanzos de Alaejos –cocheros a más no poder- Sin duda la mejor comida que “levanta un muerto”.

Besotes para todo aquel que lea esta crónica elaborada con amor de morcilla cornita y alaejana.

Marisa Pérez

LA MORCILLA  martes 08/02/2011 9:57

Querida Rebeca y demás seres queridos, todos entusiastas consumidores de la rotunda y deleitosa morcilla:
El muy noble, leal y minúsculo  pueblo Cornón de la Peña, por efecto de la emigración pasó por la grava situación de la desaparición. Efectivamente, para qué negar que el terrón de tierra donde  explosioné en el mundo estaba muerto, pero está resucitando triunfante, le han dado vida los forasteros.
Bueno, también es  de aplaudir a una algo lejanas parentela nuestras por su decidida colaboración en dar vida y renombre al pueblo. Aclaro rápidamente la circunstancias del parentesco: Paula, la esposa de mi tío Rojo, y Filomena, mi madre, primas; sus madres hermanas, vosotras biznietas de Filomena, ellas de Paula.
Pues bueno, esas simpáticas y emprendedoras muchachas elaboran semiartesanalmente el embuchado, cierto, con poca historia, pero con mucho futuro.
La morcilla, lógicamente, está asociada a la matanza del cerdo y se elabora para aprovechar un producto tan nutritivo como la sangre, a la que después de mezclar cebolla, arroz, manteca, sal y otras especias, son embutidas  en las tripas del propio cerdo, para pasar, posteriormente, a ser cocidas en el agua de la fuente del pueblo con merecida notoriedad por ser incolora, con olor y sabor a miel de tomillo y romero, dando como resultado una morcilla suprema, selecta, clásica, rica, rica, rica, mejor imposible.
La morcilla es un producto  en el que parece que todo está inventado, pero nada de eso, entre los fabricantes, muchos e imaginativos, no falta capacidad innovadora, logrando combinaciones sumamente originales, como ejemplo notable el calamar relleno de morcilla, preparación donde la tripa de cerdo es sustituida por el calamar, consiguiendo una inaudita morcilla con sabor y apariencia de lo más sorprendente y un toque tan sofisticado que, sin duda, ha de satisfacer a los paladares más sibaritas.
Queridos seres queridos, como decía mi simpático tío Rojo, “ser cornito es lo máximo que se puede ser”. No es que esté enteramente de acuerdo  en ello con él, pero sí en que Cornón es mucho Cornón, vosotros mismos con los ojos llenos de admiración habéis comprobado el justo renombre que está adquiriendo, no tanto de día y a ras de tierra, sino por su espléndido cielo con noches pobladas con más estrellas que otro cualquiera, o al menos con tantas como el que más. ¡Ahí queda eso!

        Abrazos y besos.

                 Félix