Historias de toda una vida

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martes, 16 de diciembre de 2014

TENER FE EN LOS DESEOS



TENER FÉ EN LOS DESEOS
Valladolid 15 de Diciembre de 2001
Queridos hijos: Recuerdo que años atrás, no muchos, cuando la gente era más sencilla, noblota y crédula, frente a un deseo, lo normal era pedirlo, recurrir a un intermediario para lograrlo. Si era de orden celeste, pondré ejemplos.
Para solicitar el traslado de alma de un pariente o amigo difunto del purgatorio al cielo, se hacía un ofrecimiento al santo mediador, tal como un novenario; un cirio gordo a San Antonio en demanda de un buen novio; un paseo por el campo a San Isidro Labrador solicitando lluvia… Pero esta es otra época en la que no se tiene fe en los milagros, únicamente se cree en encuestas, estadísticas o cálculos de probabilidades; no obstante, por ello se juega, y mucho a la lotería, o más difícil todavía, a la primitiva… a sabiendas de que la probabilidad de premio resulta remotísima, una entre nada menos que quince millones, o sea, que el deseo difícilmente se cumple, pero queda la quimera de que alguien le ha de tocar.

Por supuesto, el ser humano está lleno de deseos, por ellos nos movemos, nos emocionamos, nos apasionamos, de no ser así la vida sería monótona y triste, pero ha de tratarse de deseos dentro de nuestras posibilidades, realizables, no suspirar por ser torero famoso o futbolista estrella, porque vamos a ver, si se nos apareciera el mago de la lámpara maravillosa y nos concediese tres deseos, ¿Sabríamos qué pedir?
Hay, pues, que ser optimista y atreverse a tener deseos y que se cumplan, que así será si corresponden a anhelos positivos: ser mejor persona, mejor padre, mejor hijo, superarse personalmente y en el trabajo, etc., etc.

Está claro que somos los primeros responsables de que nuestros deseos se cumplan, para ello cuenta mucho ser sinceros con nosotros mismos, porque, ¿De verdad cuando deseamos, sabemos qué y si lo necesitamos?
Hijos, que vuestro máximo deseo sea tener una vida llena de pasión y sentido.

Beso y abrazos