Historias de toda una vida

Cartas que agrada recibir

jueves, 10 de julio de 2014

RAZONAR CONMIGO MISMO



RAZONAR CONMIGO MISMO
Valladolid 10 de Julio de 2001
Queridas hijas: Permitidme razonar un poco conmigo mismo para caer en la cuenta de que lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible, es decir, que no se puede vivir teniéndolo todo y querer más y más, sin saber exactamente  qué, porque eso es estar perdido, ya que el arte de vivir  arranca de saber lo que uno quiere. Si ayer estuviste contento y satisfecho, y hoy lo estás también, pero un poco menos, ya te sientes desgraciado. Somos felices y queremos serlo más, sin caer en la cuenta de que hay una técnica de la vida, que para el hombre de valía consiste en saber lo que quiere utilizando el corazón y la cabeza talentosamente, estar en la realidad, tener los pies firmes en la tierra conociendo el suelo que pisa y el ambiente que le envuelve.

Sin duda se aprende viviendo, hay que ser espabilado y echar mano de la experiencia, que no es otra cosa que ese saber personal, la sabiduría superior que se fundamenta en saber hacer uso del archivo de nuestra vida, que es la gran maestra. Cada uno ha de vérselas con la suya y sacarle el máximo provecho. La vida de cada uno, si os fijáis, es un resultado, consecuencia de lo que vamos haciendo día a día, así que hay que tomar notas, abrir bien los ojos, mirar hacia delante  teniendo muy en cuanta lo aprendido del pasado. Que hemos matado un día, dejándolo vacío, o peor aún, lleno de tristeza y desgracia, haciendo desdichados a los demás, no lo repitáis, evitadlo a toda costa. Las personas, como los aviones, tenemos nuestra caja negra de la conducta, y si uno va a hacer sinceras cuentas consigo mismo para ver lo que no ha estado correcto, resultará obrar inteligentemente dar un cambiazo positivo, girar el timón, navegar por mejor camino, aceptar otra filosofía de la vida más coherente y positiva. Lo que no es posible es que a un día perdido deplorablemente le siga otro, otro y otro mezquinamente desperdiciados, porque, ¡ojo! La meta está cerca y se suele morir como se vive.

Hijas, no sé si me he explicado, ¿me habéis entendido?

Besos y abrazos