Historias de toda una vida

Cartas que agrada recibir

domingo, 11 de noviembre de 2012

NOÉ



¡¡Pues anda que aburrido llegar a vivir tantos años como Noé y su parentela!!
Seguimos con algunas cartas remitidas por ti en el noviembre de 2001. Sigo esperando recibir las cartas que has escrito últimamente para intercalarlas con estas añejas.
Te mando besotes grandes y obesos junto con abrazos estrujantes.

            Marisa Pérez Muñoz

NOÉ
Valladolid, 17 de Noviembre de 2001

Queridos hijos: A vuestra disposición está el libro por excelencia, la Biblia, de obligada lectura para conocer los fundamentos de nuestra religión. No veo, sin embargo que ninguno de vosotros  le eche una hojeada, lo que es una lastima, os llenaría de admiración y pasmo lo que cuenta, tan mítico y fabulosa.
A titulo de notable ejemplo tenemos a Matusalén que vivió un número capicúa de años, 969. Cuando tenía 180 añitos engendró un hijo: Noé.
            Noé tenía seiscientos años cuando empezó a construir el arca de acuerdo con las instrucciones de Jehová, metiendo después las famosas parejas de animales que tanto han dado que hablar. Puntualmente, según lo anunciado, empezó al diluvio que duró cuarenta días y cuarenta noches. Esta inundación se mantuvo durante cincuenta días y luego empezó a menguar. Tras asentarse el Arca sobre los montes Ararat, espero todavía cuatro meses y pico para soltar un cuervo que regresó. Siete días después liberó a una paloma que  también volvió al no encontrar donde posarse y a los siete días la volvió a mandar. Cuando reapareció con una ramita de olivo dedujo Noé había vuelto a surgir el verde del campo sobre las olas, pero precavido esperó todavía siete días para soltar a la paloma que esta vez desapareció, probablemente al hallar un hogar.
            Noé, el que tuvo problemas con el agua, las tuvo también con el vino porque, al plantar por primera vez una viña y ser el primer consumidor de su producto, a veces se le pasaban las cucharadas y terminaba beodo, tal es el caso bien conocido en que acabó ebrio y desnudo en su tienda.
Sus hijos Sen y Jafer, entraron caminando de espaldas y portando un manto entre los dos, lo colocaron sobre el cuerpo desnudo de su padre y saliendo de la misma manera, evitaron así el bochornoso espectáculo. Cuando despertó Noé de su embriaguez, prometió que una y no más.
            Hijos, se dice con profunda verdad que un buen vino, que bebido en su justa dosis hace la vida alegre y divertida y la ausencia de desazones influyen poderosamente en la esperanza de vida, al menos así ocurrió en la vida de nuestro héroe, pero con eso, todo tiene  fin este mundo, cuando lo mandó Dios al reino del cielo ya tenia  ni más ni menos que novecientos cincuenta años.
           
                                                                       Besos, besos y más besos.