Historias de toda una vida

Cartas que agrada recibir

lunes, 28 de noviembre de 2011

GACHUPÍN


Querido Yayo Félix: recibida y leída otra hermosa carta de privilegiada memoria tan cercana al nonagenario cumple, que ya casi podemos oler la cera de las noventa velas que soplarás.
Gracias por remitirnos a tu querido hijo primogénito, aunque –sin menospreciar la inteligencia y sabiduría del hermano mayor de mi querida Pilita- he de decirte, que las vivencias que narras, difícilmente podría expresarlas mejor un notable historiador –que lo es- porque a él le llegaron narradas en mesa camilla y siempre pudo faltar algún detallito que escondido en tu memoria sólo aflora cuando escribes en soledad, sin el bullicio de una conversación que te puede hacer romper el hilo de la vivencia  que describes tan como si acabaran de transcurrir sólo unos momentos y no la pila de años que hace que ocurrió lo que nos relatas hoy.
Besos y abrazos… a la espera de la carta que –estoy segura- no tardará en llegar felicitando a mi cuatita.

Marisa Pérez Muñoz

GACHUPÍN  28 de noviembre de 2011 08:58 

Queridos seres queridos:

Como sabéis gachupín es la denominación con la que se conoce a los españoles establecidos en México; pero dicho vocablo ha tenido diversos significados según el momento y circunstancias históricas. Originalmente gachupín era un hombre sobre un caballo. Ignorando los indígenas la existencia del caballo, al ver a los españoles cabalgando creyeron que se trataba de seres de una raza fabulosa en que hombre y caballo eran la misma cosa, un poderoso centauro mitológico. Aún se maravillaron más al comprobar que hombre y caballo podían montar y desmontar a voluntad.

En los días de la lucha por la independencia, lo español resultaba tremendamente ofensivo y peligroso, “mueran los gachupines” fue el grito de guerra y los ataques agudos de odio antiespañol ocasionaron muchas muertes y destierros, Los motivos que dieron lugar al estallido independentista no faltaron precisamente: la decadencia de España invadida por Napoleón; un gobierno débil e injusto; el ejemplo de otros países, particularmente el vecino del norte.

Con mayor relevancia aún los conflictos de intereses, la tensión social, el resentimiento entre los arrogantes españoles nacidos en la península dueños del poder y privilegios; y los criollos, hijos de españoles nacidos en México, parte importante en la sociedad, cultos y adinerados pero a quienes al negárseles  la posibilidad de tomar parte en el gobierno se sentían relegados, tratados como inferiores y empezaron a soñar con una patria libre donde reinase la igualdad ante la ley de todos los mexicanos.
A todo esto hay que sumar los muchos pobres, la precaria situación de indígenas, mestizos y mulatos, su dura vida motivada por los pocos ricos, poderosos españoles dueños de todo, minas y haciendas que con su desmedido afán de riqueza no reparaban en medios para lograrla y déspotas y opresores trataban brutalmente a mineros y peones, explotándolos como a esclavos, motivo justificado para que brotase el odio y deseo de venganza al gachupín.

Han pasado los años y los tiempos que corren son enteramente diferentes, los ánimos se han vaciado de agresividad y los sentimientos son favorables a España, entre mexicanos y españoles existen excelentes relaciones. En la colonia española actual hay españoles, no gachupines y reza el dicho, “de español a gachupín hay un abismo sin fin”. El antiespañolismo prácticamente está enterrado, bueno, casi, porque siempre quedará alguna actitud xenófoba, pero gachupín usado en sentido irónico y despectivo se va evaporando. De hecho, a mí directamente a la cara nunca nadie me ha señalado con el vituperio, es decir, en alguna ocasión, al principio anónimamente con notas pasadas por debajo de la puerta, pero hoy que gozo de la riqueza de las dos nacionalidades lo tomo a broma, como palabra simpática y divertida y a los amigos mexicanos les digo que soy gachupín.

El cambio favorable hacia lo español, la armonía que reina entre mexicanos y españoles en gran medida es labor de los exiliados republicanos de la guerra civil que México con corazón generoso y espíritu hospitalario abrió las puertas de par en par, a aquellos a quienes la victoria de Franco obligó a abandonar España por justificado motivo de perder la vida, o ser encarcelados.

Lo que México les ofreció no tiene límite, pero, ciertamente, ellos correspondieron adecuadamente. Fueron miles los refugiados de élite, emigración inteligente: científicos, escritores, educadores, industriales, poetas, artistas, periodistas, profesionales experimentados en todo tipo de especialidades: mecánicos, electricistas, decoradores, tapiceros, impresores… que con su saber y actitud laboriosa desarrollando exitosamente sus diversas profesiones causaron notable impacto social, económico y cultural, contribuyendo a hacer a México más grande.

Y qué decir de los médicos, que fueron muchos, dicen que 300. No es necesaria mucha imaginación para comprender lo que significó para un país que lo necesitaba, la llegada de un número tan importante de médicos experimentados en todas las especialidades. Sin duda ayudaron al florecimiento de la sanidad del país. 

En nuestro ámbito familiar debemos gratitud eterna a uno de ellos, el doctor Barnés, gran ginecólogo que con exquisito trato y máxima atención ayudó a todos vosotros a venir al mundo. Y en verdad hubo alumbramientos difíciles: el del primogénito que por problemas de dilatación, lógicos de  primeriza, y  evitando a toda costa la cesárea,  se alargo toda una semana y cuando al fin aterrizó en el planeta azul tras luchar denodadamente durante tanto tiempo por salir por donde cabía, la cabeza se le deformó alarmantemente. El susto fue enorme, pero, afortunadamente y con gran alivio, el problema se solucionó solo y rápidamente.

También resultó de gran preocupación el nacimiento prematuro de la benjamina sietemesina, embarazo y parto complicado y doloroso. Cuando se rompió la bolsa de aguas y salimos pitando para el Sanatorio Español -gran centro médico- recuerdo que el doctor Barnés asistía a una fiesta en Cuernavaca, banquete de boda, y en mitad del festín tuvo que abandonar todo para asistir a un parto que presentaba riesgos, en verdad,  la criatura pasó por difíciles momento y nació medio asfixiada. Cuando vi en la incubadora aquel  minúsculo cuerpecito arrugado con apenas un hilito de vida, el alma se me cayó a los pies. Venturosamente con constante observación y los cuidados especiales que requería el caso, creció y se desarrolló tan normalmente como una rosa.
Además de estos apurones, recuerdo también que ese día tenía examen de francés y en la clase -por edad el mayor con diferencia-  esperaba con ilusión el sobresaliente, pero preocupado y somnoliento, pues no había pegado ojo, no pasé de aprobado raspado. Aún me duele.

La puritita verdad, México es un país privilegiado para los españoles residentes, no nos discriminan, te consideran, incluso diría que  resulta ventajoso ser español, por lo que de México puedo decir, y digo, muchas cosas, todas buenas, la catarata de elogios no tiene fin, la más evidente demostración es que llegué en viaje turístico de tres meses y me quedé veinte años que viví encantado, muy satisfecho, pues me acompañó la salud, la suerte y no me faltaron, ni me faltan, fraternales amistades.

Hasta aquí llega mi memoria y mis conocimientos, si deseáis ampliarlos ahí está vuestro hermano que historiador informado os dará detalles a raudales.

                                   Besos y abrazos

                                          Félix