Historias de toda una vida

Cartas que agrada recibir

lunes, 2 de mayo de 2011

BODA DE ENSUEÑO

¡¡Qué británicos son estos ingleses!!
Ha sido inevitable ver como mínimo alguna imagen del evento.
Cierto que si junto todo lo que he “fisgau” del tal costoso bodorrio “del siglo”, no creo llegar a 5 extensísimos minutos; suficientes para ver a algunas damas (demasiadas, aunque no todas) tocadas y casi hundidas con semejantes artilugios diseñados seguramente por algún interno de manicomios varios; que más que una boda real, parecían asistir a una ficticia de esas que vemos en esperpénticas películas de humor surrealista o acudir a las carreras de Ascot, porque “ascot” daba ver esos “tocados” y retocados.

Ahora, que los novios (ya esposos) sean felices y coman perdices ellos que pueden, porque con la que está cayendo, se han gastado un dineral que no amortizarán si les dura el amor tanto como a los engendradores del alopécico novio que bien podría haberse fabricado un bisoñé con lo que le sobraba del gatito persa apanochado que lucía su hermano y padrino.
Como ves, los cinco minutos televisuales me dieron para mucho comentar.

Feliz semana lectores.

Marisa Pérez

BODA DE ENSUEÑO  lunes 02/05/2011 10:28

Valladolid, 2 de mayo de 2011



Querida Rebe y demás seres queridos:


Este fin de semana ha acaparado la atención el gran espectáculo: la boda de ensueño de la feliz pareja, ya treintañera, a juzgar por la avanzada alopecia de Guillermo; poco más y se casa sin pelo. Pero, seguramente, la más vista de la historia: un millón de personas se ha echado a la calle para ver en vivo y en directo a los venturosos novios, y eso no es todo, conectados a la ventana de colores de la tele, según estimación, 2,000 millones ¡que ya somos cantidad ingente de mirones!

Hay que reconocerlo, en realidad y bien mirado, a los plebeyos nos deslumbra la esplendidez, el boato, la opulencia ajena. La boda real, celebrada con tanta pompa y majestuosidad, ha llenado de admiración a los más desafortunados, que arrebatados de entusiasmo, las caras llenas de placentera satisfacción, francamente emocionados, han aplaudido y vitoreado a la fastuosa comitiva nupcial.

A mi vulgar modo de ver y entender, lo más espectacular, ingenioso y divertido era ver tantas cabezas femeninas cubiertas con sombreros de todo tipo: elegantes, discretos, audaces, extravagantes, el no va más en sombrerería, llevados con mayor o menor gracia; no cabe duda, los sombrereros gozan del sentido del humor.

Los gastos del gran espectáculo se calculan en una riada inaudita de millones. Tendrá que ser así, pero me hace recordar los atropellos e injusticias, el abismo de sufrimiento y hambre en que están sumidos tantos millones de seres humanos, sin olvidar a nuestros cinco millones de parados.


En fin, besos y abrazos.


Félix