Historias de toda una vida

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jueves, 27 de noviembre de 2014

NO MIRAR AL CORAZÓN, SINO AL NEGOCIO



NO MIRAR AL CORAZÓN, SINO AL NEGOCIO
Valladolid 27 de Noviembre de 2001
Queridos hijos: Sales a la calle, y faltando aún todo un mes para navidad, ya te meten por los ojos los carteles publicitarios deseándonos “Felices Fiestas” con ofertas a mansalva. En la radio, en la tele, en la prensa, por todas las partes nos piropean y nos halagan, todo lo ponen a nuestro servicio, porque lo merecemos, somos estupendos, tan inteligentes que hemos de sentirnos plenamente satisfechos con sus anhelos de hacernos felices. Sírvase usted mismo.
 Estamos a su disposición. El cliente siempre tiene la razón. Por doquier sobredosis de alabanza a la masa, que somos todos, y desprecio al individuo. Esto es realmente lo que significan los mensajes aduladores. Los astutos comerciantes han aprendido a ser zalameros, solícitos, complacientes, cautivadores y dechados de amabilidad, pero no nos miran a la cara, sino a nuestro dinero. No al corazón, sino al negocio.
 Nos sirven engañándonos, haciéndonos creer que son reales las falsas necesidades que nos crean con la promesa de satisfacerlas al instante. Se rinden a nuestros pies, nos envuelven en nubes de incienso siempre y cuando nos prestemos a su juego. Ciertamente somos la repera, tenemos en todo y siempre la razón, así que a pedir por la boquita que al instante nos atenderán nuestros deseos; pero, ¡ojo! a la salida no olviden pasar por la caja, bola de pendejos.
¿Sabéis qué? ¡Qué se vayan a la porra! Todos sabemos, aunque lo olvidemos, que los comerciantes se enriquecen a costillas de la ilimitada estulticia, de la estupidez humana. No somos tontos, pero si fuéramos más listos, a estos pelones traceleros, j’ijos de una señorita, que idean los anuncios, y no sólo ellos, sino también, los que los aprueban, los que los firman, los que los leen, los que los pagan y todos los que tienen algo que ver con ellos los deberíamos enviar, como dicen en Mexiquito lindo, rechulo, a la rechiflada, o lo que es lo mismo, a hacer gárgaras con guacamole.
Pero, hijos, ya se sabe, lo que no tiene remedio, remediarlo es imposible.

Besos y abrazos