Historias de toda una vida

Cartas que agrada recibir

lunes, 7 de abril de 2014

LA CASA DE ROCÍO



LA CASA DE ROCÍO
Melilla 7 abril 2001

Querida hija ex: Mira, verás, la casa de Rocío está situada en un lugar de aurora boreal, mejor imposible: en la playa mismamente, el agua la tocamos, como quien dice, con la mano. El puerto está en frente y toda embarcación grande o chica que entre o salga de  Melilla impepinablemente tiene que pasar ante nuestras narices. El agua desde la playa hasta justo el rompeolas es de un azul verdoso y allí, bruscamente, cambia de color, a un azul añil, hasta el horizonte, donde se abraza con el cielo de un azulillo claro que asciende pasando por una gamas de azules más pronunciados, hasta llegar al cenit de un azulón muy semejante al nuestro de Castilla en sus buenos días. La verdad es que no me canso de mirar y remirar.

Hace años, cuando yo tenía ocho menos, Melilla era para  mí un pañuelo  que recorría a pie divertidamente, ahora con mi espalda averiada, ya no tanto, pero con Rocío, automovilísticamente, callejeamos que es un contento. “Chanquetear” que tanta ilusión me hacía,  de algún modo me ha decepcionado, no es lo que era en absoluto. Tiene más de caro que de ninguna otra cosa, un vasito de vino y un platito de paella 250 ó 300 pesetas, se ha triplicado y ni la cantidad ni la calidad ha mejorado.
En la plaza creo que no ocurre lo mismo, hoy, por poner un ejemplo, vamos a comer unas buenas gambas frescas, a 1500 ptas. Kilo y unos salmonetes a 1000, lo que no está mal, considerando que estas mismas gambas valen allá exactamente el doble y los salmonetes no te digo, por que el último día que casualmente los vi, valían 3.800 pelas el kilito en el Corte  Inglés, una autentica exageración.

Cambiando de tema, con la nueva corporeidad que irás adquiriendo, te hago también con un alma como la de las flores, llena de buen ánimo y excelente humor que te convierta en un surtidor de risas. Si es así, que así será, usando la varita mágica de  la imaginación te veo portando la bandera de  la alegría, y harás muy bien, porque conviene no olvidar que la alegría y  el buen humor son uno de los mejores conservantes de la salud, y la risa es como una farmacia abierta, lo cura todo. De nuevo, aunque no me lo pidas, otro consejo paterno: relájate, alégrate, tonifícate, revitalízate, ríe y olvida los problemas, porque lo demás es lo de  menos, ¿vale?


Abrazos tan cordiales como paternales del gran jefe