Lunes 27 de octubre de 2008
Marinita de mi
corazón, así que quieres correos, ¿por qué no? Claro que sí, y aquí tienes a tu
abuelo con la mejor disposición de ánimo para cumplir tus deseos, entre otro
sin fin de razones por ser mi nieta benjamina, una chiquilla llena de
ingenuidad y dulzura, personita bonita como un ramo de azucenas, salpicada de
gracia y sello propio que cuando estallas en risas y gritos, si no son
exagerados, suena como campanillas de plata que alegran los corazones.
Vamos a ver,
Marina, como parece ser que los yayos no sabemos estar sin dar consejos, te
animo a que te intereses por las cosas bonitas, buenas y alegres, ya que
supondrá motivo para que cada día sea ocasión de fiesta y regocijo, cooperando
a hacer del mundo un lugar donde reine la concordia y alegría. Nuestro Planeta
Azul está lleno de belleza, y hasta de milagros, sólo es cuestión de saber
verlos. Cada rayo de sol es un milagro.
Tampoco te puede
faltar mi estímulo a que estudies con ilusión, porque bueno es que te vayas
enterando, que saber es llegar al corazón de las cosas, al alma misma de la
realidad.
¿Sabes, Marina, que
hay unos maravillosos duendecillos en tu mente que son los que dan las ordenes
para que se produzca tu sonrisa, el regocijo de tus ojos y excita a tu
corazón a destilar cariño?
Dales motivo
bastante y suficiente para que sigan en su labor, entre tanto el abuelo Félix
te envía mil besos y abrazos.