Historias de toda una vida

Cartas que agrada recibir

viernes, 22 de noviembre de 2013

ALEGRE MANERA DE EMPEZAR EL DÍA



Querido yayo Félix: No puedo estar más de acuerdo contigo, pues aunque soy poco contempladora de amaneceres, sí lo soy de atardeceres y puestas de sol maravillosas como las que podemos disfrutar cada día; mucho más en otoño.

Ningún director de cine, fotógrafo o diseñador, es capaz no ya de igualar, si no de plasmar con verdadero realismo lo que el cielo nos regala cada día con sus antojadas nubes coloreadas por el sol; ni un día igualado a otro.

Ahora tienes la suerte de disfrutar todos los amaneceres desde un lugar privilegiado. Estoy segura que tú eres artífice y diseñador de ese espectáculo maravilloso para que cada día nos acordemos de ti. Gracias, pero no es necesario porque eres inolvidable.

Ahora me despido hasta la próxima enviándote un gran abrazo para que se lo entregues mi padre, y le pidas que te de otro de gran intensidad que yo le envío para ti.

Dulces sueños a los dos yayos más rechulos y guapísimos.


Marisa Pérez


ALEGRE MANERA DE EMPEZAR EL DÍA

 Valladolid, 25 de Noviembre de 2001
Queridos hijos: He hablado con Rocío y ha mencionado al sol y al mar, lo que me ha refrescado la memoria respecto a que siempre he sido un apasionado contemplador de amaneceres sobre el mar.
Aún recuerdo vivamente la primera vez. Era joven y viajaba en tren, de Valencia a Barcelona, con mi madre visitando a mis hermanos.
Al paso por Tarragona yo dormía y la autora de mis días me despertó para que no me perdiera la espectacular y emocionante salida del sol sobre el Mediterráneo. También contemplé espectaculares nacimientos del día viajando en barco hacia México; desde Acapulco en el Pacífico, y más recientemente en Melilla, que me  tiraba de la cama aún oscurecido para contemplar desde  el perfecto mirador de la casa de Rocío  frente al mar la salida del sol.
El espectáculo es, a mi entender,  una de las maneras más alegres  y saludables de empezar una jornada. Ser testigo presencial de cómo tiene lugar el nacimiento de un nuevo día permite contagiarse de esa magia especial que irradian  las primeras horas de la mañana, en las que se van  borrando  las estrellas del cielo, la oscuridad se desvanece para dar, poco a poco, paso a la luz.
         Contemplando el amanecer siente uno como que la vida es más alegre y menos conflictiva. Los primeros rayos de luz  hacen que algo se renueva en el cuerpo por dentro y por fuera. La amplia gama de colores que se despliegan ante tus ojos con la llegada del Astro Rey es -me atrevo a decir- una terapia natural que agradece la piel y la vista.
         Dicen los expertos, y cierto ha de ser, que también ejercen acción beneficiosa sobre las células cerebrales, removiendo las neuronas, produciendo  marcada sensación de bienestar.
         Hijos, ser contemplador del día es comprobar en cierta medida que los milagros existen y son cosa de cada día si se mantienen bien abiertos los ojos para percatarse de ello. Y sobre todo, aún a mí ya mayorcito, me hace ilusionarme y fantasear con la idea de que todavía me quedan días por delante para disfrutarlos.
         Besos y abrazos.