LA LENGUA
GUARDADA EN 21-3-2005
Valladolid
Queridos
hijos: Hoy por hoy nos sobran motivos para vivir sanos, contentos y confiados
respecto a la salud al contar con una sanidad eficaz y barata que a la mínima
nos permite acudir al médico que de inmediato ordena análisis con los que
descubren de pe a pa como andamos de colesterol, glucosa, ácido úrico, tensión,
etc… Lejísimos de ocurrir así no hace tanto tiempo. Nuestros progenitores
tenían como preocupación primordial tener ahorradas cuatro pesetillas para
hacer frente a problemas tan vitales como el médico y la botica.
Recuerdo
perfectamente que la eficaz analítica con que
entonces contaban los médicos era la lengua. Enseñar la lengua al doctor
era abrir de par en par una ventana a nuestras interioridades: Siempre se ha
dicho que dicho músculo es la leche, más importante, imposible, dado que es un
órgano interno conectado muy estrechamente con el estomago, el corazón, hígado,
riñones, bazo… razón por la que además de servirnos para largar por la boquita,
de órgano gustativo y ensalivador, observándola, oliéndola e incluso tocándola
informaba de cuanto ocurría en el interior del organismo.
Ya
no está tan de moda este eficaz método de sacar la lengua al mecánico de los
hombres para obtener un diagnóstico certero. Por lo que recuerdo, tomar el
pulso y observar el aspecto del órgano del habla indicaban un sinfín de
valiosos datos sobre la salud. Un momento, vamos a ver lenguas: azul o violeta;
roja- sangre de toro; espumosa y con flemas; tierna, blanda y como envejecida;
hinchada en la que se marcan los dientes; lánguida y reseca; rígida, como lija,
mal sabor…
Bueno,
vamos a ver, o sea, que yo sepa, que del tema no sé de la misa la media, cada
uno de esos síntomas son reflejo seguro de problemas, tales como indigestión,
deshidratación en la boca, mala circulación sanguínea, deficiente nutrición, y
un largísimo etc., etc., etc.
Mi
madre, amiga de libros, leía también la lengua, por lo que las vecinas acudían
a ella, pues en Cornón, sin ir más lejos, poblachin hasta hace poco sin
carretera, con malos caminos, más dificultosos aún en tiempo de lluvia o
cubiertos de nieve, se corría el peligro de que el médico llegase con retraso
fatal, cuando el enfermo estaba en el cementerio a disposición de los gusanos.
Hijos,
vosotros, además de contar con excelentes médicos, fuisteis niños, no sólo
sanos, salubérrimos, con la lengüita siempre limpia y sonrosada.
Besos
y abrazos