MÁGICA NOCHE

MÁGICA NOCHE

Valladolid 15 de Julio de 2001

Queridos hijos: Recostado en la cama contemplo el techo artificialmente estrellado de mi habitación y mi fantasía me lleva a imaginarme en la era de mi pueblo tumbado cara a su espléndido cielo repleto de estrellas de todos los tamaños y colores, luceros, satélites y demás cuerpos celestes, y en medio de aquella quietud, aquel silencio y el misterio que todo ello encierra me produce el efecto de una pulsación sobre las cuerdas emotivas. No es de extrañar fascinado como uno se siente ante una bóveda celeste adornada con esos farolillos de colores que colocan los ángeles para embellecer las noches.

Todo ocurre en mi imaginación, pero veo brillar en el horizonte a Orión, sobre mi cabeza titilan y cintilan Aldebarán, Polux, Castor, Altair, Vega, una estrella que se dice de ella que su coquetería la lleva a parpadear enojada si se siente observada insistentemente por un astrónomo feo. También refulge en lo más alto la estrella Polar, fiable, puntual, inmóvil y tan lejana que si tuviera habitantes y les enviáramos un mensaje cósmico:

¿Eh, los de la estrella del Norte, hay alguien ahí? ¿Nos oís? La señal en su viaje de ida y vuelta tardaría nada menos que todo un siglo.

Sólo Dios sabe si en ese espacio infinito repleto de objetos celestes  existen seres vivientes. Inaudito resulta pensar que ese derroche inconcebible de material cósmico es sólo para nosotros. No es posible, demasiado para nuestros méritos.

Pese a tanta magnificencia no faltan los que afirman que Dios no existe. Los que no existen son ellos, existe y requeexiste, apañados estaríamos sin Él. Que vayan, que vayan a Cornón, que en aquel cielo sereno, abierto de par en par a los ojos  que saben ver, en medio de aquel mogollón de estrellas pestañeantes y florecidas se desvela el más emocionante misterio, allí se respira a Dios, Dios palpita, se palpa.

Vosotros, hijos, no dudéis ni un instante de su existencia, que creer ayuda a vivir y a ser felices.

Besos y abrazos